Con apenas cinco años de vida, el proyecto liderado por los jóvenes Diego Millán y Ramcés González, nacidos ambos en 1991, Cancook Restaurant (Juan II de Aragón, 5. Zaragoza. 976 239 516) ha logrado su primera estrella Michelin. Comenzaron su andadura empresarial, que no profesional, hace cinco años en el centro de Zaragoza, para trasladarse a la Romareda en septiembre de 2016. Apenas dos años después han logrado obtener el codiciado galardón, duplica su presencia en Zaragoza, sumándose a La Prensa.
Aunque estuvieron presentes en la gala de Lisboa, donde se entregaron los premios, no sabían que recibirían el preciado galardón. «Nos invitaron a la gala de Lisboa, lo que no significa que tuvieras segura la estrella, pero tampoco era imposible».
Recibir la estrella, afirman ambos, «supone trabajo, mucho trabajo, que además trae alegría» y saben que lograrán más «visibilidad, especialmente entre los turistas extranjeros, que son los que han permitido resistir la crisis a los restaurantes de alto nivel». Se alegran asimismo por la ciudad, por sus clientes habituales, y «por el reconocimiento personal y a su equipo».
Como empresarios, la rentabilidad no les preocupa en exceso, aunque son conscientes del incremento de clientes que supone la estrella. «Si fuera por la mera rentabilidad, habríamos cerrado hace ya tiempo», pero pesa más en ellos trabajar en un restaurante «como el que soñábamos, y que no existía en Zaragoza, así que lo tuvimos que montar nosotros». Fue hace cinco años en la calle Moneva, pero hace dos se trasladaron a la Romareda, donde «afortunadamente los clientes nos siguen siendo fieles».
Sólida cocina creativa
Por apenas seis meses Ramcés no ha arrebatado a Jordi Cruz el título de cocinero más joven con estrella, ya que el catalán también recibió la suya con 26 años en 2004. Formado en la escuela de Miralbueno, explica que seguirá trabajando en la misma línea gastronómica. Entiende que el galardón lo han logrado por «el enfoque fresco y diferente de nuestros menús. No nos pone nerviosos tener que demostrar ahora más. Seguiremos fieles a nuestro estilo, mejorando en la medida de lo posible».
El galardón se concede al restaurante en su totalidad, no solamente por su cocina. De la sala se encarga Diego —aunque estudió cocina, en san Lorenzo, en Huesca—, que ha apostado por la elegancia en el servicio —los manteles, por ejemplo, se planchan antes de la comida, ya sobre la mesa— y la diferenciación a la hora de ofrecer las bebidas, seleccionado los mejores vinos, cavas y champagnes, sin desdeñar otros líquidos como sidra o cervezas.
Con las reservas disparadas para la decena de mesas de que disponen, siguen ofreciendo sus dos menús, dos menús degustación, de 9 y 13 pases, que se sirven a 45 y 67 euros, muy por debajo del precio habitual de este tipo de restaurantes. Y con la posibilidad de maridarlos con las propuestas de Diego.
Unos menús en los que una cuidada presentación esconde el largo trabajo intelectual, indagando en contrastes y elementos que resalten el gusto del producto protagonista, de cercanía en la medida de lo posible, pero sin renunciar a una vocación universal. Y aunque estemos ante una cocina de corte creativo, la tradición, los sabores de siempre, se encuentran fácilmente en sus propuestas.
Entre ellas, y actualmente, Crema de pochas, mar y trufa, Escabeche, encurtidos y salazones, Tartar de chuleta de cebo a la brasa, Carrillera de vaca glaseada, queso y apionabo o Chocolate, caramelo y leche.
Tras las navidades llegarán las novedades, una vez que atiendan todas las reservas que han colapsado los teléfonos de Cancook Restaurant.