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Creando

Dos propuestas de olla jacetana. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón

Magnífica idea, que debería copiarse de inmediato, el nacimiento de la olla jacetana, la conformación de un producto gastronómico propio y extendido por todo el territorio. Sabemos que la ciudadanía asocia Galicia con el marisco, Castilla con los asados, el País Vasco con buena y alta gastronomía… ¿Y a nosotros, cómo nos ven?

Tristemente, ni la borraja ni el ternasco de Aragón, por citar dos casos, son especialmente conocidos más allá de nuestras fronteras. De hecho, una encuesta de hace algunos años daba como producto aragonés señero las frutas de Aragón. Que está muy bien, pero es muy poco.

Generar un plato, que llegue a ser representativo y asumido por la mayoría de los establecimientos, los de precio módico y los gastronómicos, no es tarea fácil. Hay que definirlo y acotarlo, dotarlo de personalidad, y mantenerlo en el tiempo. En la Jacetania lo han hecho, lo que debería impulsar a otros territorios a remedar la iniciativa.

Y más cuando hay bases sólidas, tradición e historia sobre la que apoyarse. No vaya a pasar como en el francés País Cátaro, que ha hecho de los enormes asados de carne al espeto una de sus señas de identidad gastronómica. El único problema reside en que los integrantes de aquella secta medieval eran… vegetarianos.

Confórmense, pues, productos gastronómicos a partir de nuestra historia y alimentos. Así, el visitante que llegue a nuestra territorio —y sí, pienso especialmente en Zaragoza— no tendrá que bucear en las redes para poder disfrutar de la borraja, el ternasco, un buen chilindrón, unas magras con tomate, un bacalao a la zaragozana o las alubias al modo de Palafox.

Elíjanse esos emblemas y pactemos entre todos su permanencia destacada en menús y cartas. Probablemente los de casa estemos algo cansados de comer lo de aquí y nos atraigan las novedades, pero si de verdad queremos ser destino gastronómico —ser, no presumir de serlo— habrá que ofrecer más localismo, por más que el sushi siga teniendo sus seguidores y sus lugares.

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