Mañana muchos oscenses comerán pollo al chilindrón, como marca la tradición, que se remonta al menos al primer tercio del siglo XIX. Un plato que sigue perfectamente imbricado en las cocinas domésticas oscenses, aunque algo menos en las profesionales, salvo en estas fechas agosteñas.
No es ajeno a la vigencia actual del plato el concurso de pollo al chilindrón que tan animosamente organizan Luis Laiglesia y Paco Aso, de la mano de Radio Huesca. Los aficionados presentan cada año sus propuestas, valoradas por un jurado profesional, mientras que el público mira, comenta y degusta el pollo solidario que cada año prepara Catering Events. Por cierto, el ganador de este año ha sido el ‘brand manager’ de Viñas del Vero, Diego Mur, quizá gracias al generoso chorro de gewürztraminer que añadió al guiso. Pues recuerden, el chilindrón es un guiso, no una salsa.
Sin despreciar las incorporaciones a nuestra despensa –no llega a tres siglos la presencia habitual del tomate en nuestras mesas−, es menester mantener las tradiciones culinarias, poderosa seña de identidad de las personas y los territorios. Ya afirmó alguien, con razón, que es más fácil cambiar de religión que de forma de alimentarse.
Y si poco a poco vamos reivindicando los productos locales diferenciados, vamos muy atrás en lo que respecta a los platos característicos. ¿O sabría citar tres, por ejemplo, representativos de la tradición en Zaragoza capital?
No nos engañemos, la cocina de fiesta supone tiempo y esfuerzo; ahí están las chiretas, por ejemplo. Y por más que cocinar se haya convertido en un ‘hobby’, cada vez son menos quienes guisan cotidianamente. Por eso son importantes estos concursos y cualesquiera otros que contribuyan a mantener tradiciones, o que las creen, que el tiempo dirá.
Lo cierto es que una encuesta seria en el resto de España ofrecería muy pocos platos representativos de nuestra tierra, más allá de unas migas que son habituales en todos los lugares donde se practicó la trashumancia. A ello, pues.