Merecido homenaje el rendido por el restaurante Absinthium –Coso 11, hotel Oriente. Zaragoza. 876 707 274– a Santiago Gracia Isiegas y su familia, renovadores de los vinos de Cariñena hace 25 años, cuando vio la luz el primer vino de Bodegas Solar de Urbezo. La familia al pleno, Santiago y su esposa María Ángeles, además de sus hijos Asunción y Santiago Gracia Campillo, que garantizan el relevo generacional.
Tampoco faltaron reputados profesionales como el catedrático emérito, Juan Cacho, el presidente de la AIAA, Félix Longás, el enólogo Joaquín Pérez o el alcalde de Cariñena, Sergio Ortiz. Y por supuesto todo el equipo encargado de distribuir los vinos de la bodega, Dispac, comandados por Pedro Tabuenca.
La cena se abrió con un aperitivo de bienvenida en el Sherry Bar, Txangurro a la donostiarra sobre un brioche hojaldrado versus, acompañado del Urbezo Chardonnay 2018, que dio lugar a un interesante juego de referencias cruzadas.
Ya en la mesa, un curioso Bacalao extra desalado y confitado en AOVE Empeltre Molino Alfonso con mazamorra nazarí, huevas de mújol, pistacho y sumac, vino acompañado de tres vinos Urbezo garnacha syrah 2018, Urbezo crianza 2017 y Urbezo crianza 2004, que mantenía su vida quince años después. Los Urbezo vendimia seleccionada 2014 y Urbezo selección 98 –prodigio de longevidad– realzaron el Solomillo de ciervo marinado y aliñado como una battuta, con mutabal, cacao y granada.
El sumiller y director del restaurante, Jesús Solanas, sorprendió al combinar las Quenelles de pez espada del estrecho de Mesina y gamba blanca de Huelva con salsa untuosa al Viña Urbezo, con dos tintos, los Urbezo reserva 2006 y 2002. A modo de corte, como si se tratara de un trou normand, llegó el Urbezo rosado merlot 2018, que preparó a la concurrencia para la segunda parte.
Espectacular el trabajo del jefe de cocina, Roberto Alfaro, con el Pollo campero de Aguarón en guiso tradicional con parmentier, setas silvestres, salsifís y su jugo reducido con almendra tostada, que vino con los Viña Urbezo 2000, Viña Urbezo 1997 y Solar de Urbezo crianza 1996.
De nuevo un chardonnay, el Urbezo 2002, baco de oro en su momento, que se mostró joven, espectacular y dinámico, jugando con La tarta de queso que soñaba ser fondue.
Y dado que son una de las pocas bodegas con himno propio, se concluyó entonando la habanera de Solar de Urbezo, compuesta por el músico Germán Cuchillos con letra de Santiago Choliz, siguiendo a Santiago Gracia, que la entonó a partir de la grabación de la soprano Quiteria Muñoz, con Úrsula Segarra al arpa.