Allá por mayo, escribíamos en estas mismas páginas, y perdonen la autocita: «Así que, usando la experiencia que dan las canas, y aunque apenas cuenta con un mes de vida, les recomienda: vayan al Punto Gastronómico, en la calle Mefisto, y déjense aconsejar. Descubrirán un nuevo universo –pista, con referencias peruanas− en el que hasta la quinoa es sabrosa».
Siguen siendo absolutamente válidas y la quinoa, elaborada al modo de un risotto, totalmente sabrosa, aunque elijamos antes otras opciones.
Adam Val y Sebastián Valderrama resultaron ganadores el pasado lunes del concurso de cocineros de Aragón, con propuestas como las que mantienen en la carta, y son, junto con Alex Vargas, el triplete de cocina del Punto gastronómico, personal proyecto gastronómico de Vargas y Val. Un establecimiento que se sale de la norma y busca su sentido en la fusión de las cocinas mediterránea y peruana, concretamente la nikkei, de inspiración japonesa, y la chifa, china.
Dividen la carta en platos fríos y calientes. Entre los primeros, resulta imprescindible la Ostra amazónica, además de los cebiches, makis y niguiris, especialmente el inspirado Niguiri de mollejas y tuétano, un auténtico vicio, sutil y rotundo.
Es en las propuestas calientes donde se aprecia más la influencia mediterránea, pero sin perder la personalidad de la casa. Espectaculares las Berenjenas BBQ, glaseadas, así como el Pato, lúcuma y chocolate, donde el confit logra sublimarse con la ayuda de la lúcuma –una singular fruta tropical– y un logrado mole de chocolate. Más del gusto del público convencional, pero igualmente interesantes, su diferente ternasco, el cochinillo que se sale también de lo habitual y el Lomo saltado, con patata criolla crocante, salsa nikkei y arroz peruano, que satisfará a cualquier paladar.
Pero hay que dejar sitio para lo dulce. Una excepcional Tarta de queso, individual y cremosa, ardiente de sabor, con la que se presentaron al concurso. O el Coulant de lúcuma y chocolate, de nuevo la fruta tropical, perfectamente integrada con el chocolate negro, refrescado con el no menos audaz helado de café blanco de Etiopía.
La carta es pródiga en vinos blancos, quizá los más idóneos para las propuestas sólidas de la casa, con variedad de estilos y procedencias, sin olvidar los espumosos.
Dispone además de un surtido de tapas, como la Causa rellena, a base de puré de patata o el Patacón, una tortilla de plátano macho y carnes diversas. Y también un menú degustación, con siete pases, por 30 euros, y ocasionalmente ofrece recomendaciones semanales, como, por ejemplo, Causa limeña, Costillas agridulce y Crema volteada, además de la bebida y el pan, por 18 euros.
Un establecimiento ya absolutamente recomendable que, sin duda, seguirá creciendo con el tiempo.