Oh, mon Dieu! Vinagres, encurtidos, vinagrillos… da igual cómo los llames. Lo que está claro es, que se te hace la boca agua sólo por pensar en ellos, y si no, o no eres humano, o además de tener las papilas secas también, el alma.
Nos las prometíamos muy felices ambos dos al pensar en la ruta y al ver todas las recomendaciones que nos hicisteis por facebook e instagram, pero con tristeza, pesar, llanto y quebranto, hemos podido comprobar que este acompañamiento de cervezas y grandes tertulias está desapareciendo de las barras de nuestra ciudad.
Vale que algunos bares cuentan con una o dos referencias, allí arrinconadicas, tristes y solas, que muchas veces presumen de piel curtida y cuarteada lo que demuestra que hace mucho tiempo que salieron del bote y están más secas que la mojama –hay que dar vuelta y vuelta al vinagrillo, coñe–, pero nosotros buscábamos locales que tratasen el vinagrillo, con el respeto que se merece y al menos, contasen con cuatro o cinco referencias en su barra.
Tras mucha vuelta, algún que otro chasco y demasiado sofoco, encontramos varios locales que se merecen estar en el olimpo del ácido acético gastronómico y tras mucho tirarnos de los pelos de las cejas y darnos collejitas disimuladas, los dos hemos llegado a un consenso. Fumata blanca ¡Habemus papam vinagrium! Aivadeai que vamos.
Repleta barra
Este local, Costa 8 –Costa, 8. 661 072 445– no estaba en nuestra lista inicial, pero Patricia se encontró con Felipe en el Tubo y con cantos de sirena y promesas de sueños vinagreros, le convenció para ir a su local. Luego quedaba la segunda parte, convencer a Antonio.
Pero dicen que quien la sigue la persigue, y allí que nos plantamos para comprobar, con mucha alegría, que toooooooda su barra del sábado, estaba invadida por un enorme tipo de banderillas con vinagres ¡Tremendo altar para los devotos! Además, añadamos que todo ello, con una belleza pasmosa y a resaltar, ya que estamos, sus tomates secos rellenos de queso especiado en caldillo vinagrero. Vayan, vayan.
De la marcha a la tapa
Local de marcha donde muchos pasamos noches de farra y que desde hace unos añicos, se ha reconvertido en un templo de peregrinaje del buen tapeo y yanteo. En la barra de El Trujalico –Mayor, 14. 651 862 841– los vinagrillos tienen una buena representación. Nos decantamos por unas alcachofas a la parrilla con ese swing vinagrero, porque Antonio les ponía ojitos de cachorrico abandonao y porque resultó que estaban del copón, majos y majas.
De todos los tamaños
Este nombre ya promete Vinagre & Rock –Cortesías, 7. 635 678 766– ¿a que sí? Pues no solo no promete, si no que no defrauda. Nada más entrar, ya puedes ver toda, toda, toda –como cantaba aquel torero de nombre diminutivo– llena de ¡vinagres y encurtidos! Platillos de todos los tamaños: puerros, gildas, cebolletas, todo tipo de banderillas, algún escabeche y así hasta más de veinticuatro referencias, incluyendo las míticas berenjenas de Almagro.
Desvirgue de Antonio con este producto del que casi se deja la mitad dentro de la piel. ¡Angelico!, ya se lo ha aprendido, para futuras ocasiones) [Antonio añade: «en mi defensa diré señor juez, que todavía soy joven y me queda ignorada inquietud].
Con cócteles
Cuasi acaban de abrir sus puertas, y esta pequeña coctelería de corte clásico, Sherman’s –Antonio Agustín con Romea– cuenta con una buena propuesta de vinagres con los que acompañar sus cócteles. Banderillas de encurtidos, aunque la que destaca, es su Gilda 2.0, con su pipeta de vermouth, para poder andar haciendo guarringongadas, ¡ojo!, gastronómicas. Y aquí no quedó otra que acompañar el tapeo, con un cóctel de corte similar al appletini, porque a la señorita Patricia se le puso en el morro y no paró de dar pol’saco, hasta que lo consiguió. Morrico pulido el de la criatura, pero mú bien y el mocico, un encantico.
Mítico local
Mítico local de la zona de Bretón y cuna del vinagre, El Chaflán –Pamplona Escudero, 24. 976 550 338–. Esos pepinillos rellenos, que casi se han extinguido de la mayoría de barras, sus banderillas de encurtidos adornadas y acompañadas por mejillones escabechados, sus tapas con guindillas puestas con avaricia y sin mesura, y hasta una docena de referencias a botipronto, para gozo de los amantes no solo del vinagre, sino también del picante. Pregunten por Esperanza&José, oficiantes reales de ésta barra.
Casi recién llegado
Es casi un recién llegado, Gilda –San Pablo, 38. 658 946 478– ya que va camino de su tres añicos, pero que ya se ha hecho hueco a codazo limpio directo al ojo. Con semejante nombre ya te puedes ir oliendo que su barra está repleta de encurtidos y vinagres, donde la gilda, manda y es la jefa, preparada a su particular estilo con guindillas bien guerreras pero, sin heridos.
La seña de identidad son sus olivas gordales rellenas de caprichos, queso, piparras –la gilda citada previamente–, langostillos, mejillones –bocao delicao– y demás imaginario. Un gusto.
El más heavy
El que nos quedaba pa’rematar. Posiblemente, el más heavy de todos los vinagres del mundo, ya que para empezar, cuesta encontrar el nombre del local en la parte trasera del luminoso del Brandy Veterano de los años cincuenta que adorna su fachada, el bar Lázaro –Juan José Gárate, 9–. Una vez dentro, identificas su pasión futbolera, su amor por los calendarios femeninos y su arte para coleccionar piezas originales, de publicidades en chapa. César presume de su buen hacer frente a un docena de referencias vinagreras «y eso que estamos en verano y flojea, porque si me pongo a inventar cuatro o cinco más, salen, pero eso ya para el invierno». Un descubrimiento que te hace sonreír. Felicidades.
Agustín Martín, que sepas que tus oraciones han acabado con final feliz.
Bonus track
Hasta aquí el artículo prometido, pero como somos un cielete, os damos un par de bonus track totalmente gratis.
A la one! Existe en Zaragoza una croqueta de vinagrillos, que llevan haciéndola de forma incondicional y muy demandada, desde hace más de tropecientos años en el bar Fausto –Jesús, 26. 976 293 268– templo de las anchoas salmueras. Prueben, sorpréndanse y sonrían.
A la two! Los encurtidos también se compran en las tiendas –aunque os penséis que se crían en las barras de los bares– y hoy os vamos a referenciar una que lleva el mismo apellido desde hace 68 años. Gadea, en el mercado Central de Zaragoza. El pionero fue, el abuelo José, quién lo cedió a Pedro, padre de Alberto, el actual propietario y detallista del mercado. En la actualidad –y por el reducido espacio– tienen más de veinte referencias a granel y un despiporre inmenso de laterío. La intención nos cuenta Yolanda –la jefa del jefe– es aumentar en cuanto vuelvan al Mercado una vez reformado y entonces, ¡síquesí!
Yesyoucan. Picarral –sólo para los que leen el articulo hasta el final, gracias queridines… os ailoviamos– y sus Boquerones en vinagre Borrajas Style.
Paso 1. Los congelamos por lo menos una semana. Bye, bye anisakis.
Paso 2. Salamos y reposamos una media hora.
Paso 3. Limpiamos bajo el grifo y añadimos vinagre, reposamos tres horas.
Paso 4. Limpiamos bajo el grifo –que se vea que somos muchísmo limpios–, los ponemos con ajos cortados y aceite de girasol, dos días.
Paso 5. Abra una cerveza y disfrute.
¡Feliz verano! Y mientras tostamos nuestros bodies a la sombra de los bares, pensaremos en el siguiente producto para ir de safari por la ciudad.