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La humildad al poder

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Luis Antonio y Javier Carcas han ganado los más importantes premios

Los hermanos, Javier y Luis Antonio, en su comedor. FOTO: Gabi Orte / Cilindrón.

 

Cuando reabrieron el restaurante Casa Pedro, en el ya lejano 2006, Javier apenas tenía veinte años y Luis Antonio, 25. A pesar de su juventud, los hermanos Carcas Armingol pronto demostraron su capacidad en la cocina reconvirtiendo un establecimiento histórico, muy conocido por gente de la farándula, en un templo de las tapas y uno de los más sólidos restaurantes de la ciudad.

Apenas trece años después, que cumplieron en octubre, los Carcas atesoran tres primeros premios en el zaragozano concurso de tapas −2010, 2014 y 2015−, además de varios accésits; la mejor tapa aragonesa en 2016 y el regional de cocineros el año pasado.

También en 2018 ganaron el nacional de tapas de Valladolid, en el que ya obtuvieron el premio a la mejor tapa tradicional en 2015. Y este año, segundos en el Concurso mundial de tapas y flamantes ganadores del Certamen Nacional de cocina, el mayor premio de los cocineros, revalidando el puesto que obtuvieron Toño Rodríguez y Nerea Bescós el año pasado. Sin olvidar otros premios sectoriales como el concurso de morcilla de Sotomayor o su presencia en el Salón Internacional de París, representando a Aragón.

Ya en Mallorca afirmaron que se van a tomar un año de descanso… en participar (y ganar) concursos; que se centrarán en su abarrotado establecimiento, Casa Pedro, donde no dan abasto para atender a las numerosas reservas generadas por su galardonada actividad.

Sin embargo, ellos apenas han cambiado. Tímidos y reservados –cada vez menos− se expresan gracias a sus habilidades profesionales. Si con sus alabados Caracoles a la antigua –que siguen en la carta, afortunadamente− fueron consolidando su pequeño local de la calle Cadena, hoy siguen ofreciendo sus platos premiados, como el Canelón de pularda, trompeta negra y salsa de boletus o la Esenzia de río, a los que pronto se sumarán, seguro, los presentados en Palma de Mallorca, Corvina a la parrilla con caldo de pollo asado y ravioli de brócoli y Dumpling de guiso de conejo, sobrasada y langostinos con escabeche de zanahoria.

Todos ellos ejemplifican su forma de trabajar, en la que combinan con maestría la cocina tradicional –heredada de su madre, siempre cerca y detrás, como su padre− con técnicas actuales y lo que van descubriendo en sus viajes por el mundo, con especial atención a la cocina asiática. Respetan el producto básico, sea la corvina o el ternasco de Aragón y lo complementan con sabores que sorprenden, contrastando o complementando el gusto del protagonista.

Progresivamente han ido remodelando aquella casa de comidas, que hoy dispone de un insólito bar de tapas en el piso inferior, con una barra limpia, a la que llegan los minibocados según se van demandando. Dos recoletos comedores completan la oferta de Casa Pedro, que a pesar de su exiguo número de mesas, llega a emplear a catorce personas los fines de semana.

A pesar de ello, los hermanos han sido capaces de robar tiempo al descanso para pergeñar en dos domingos los mejores platos nacionales de 2019. El de la corvina, aprovechando su conocimiento de este pescado cada día más consumido, con esa combinación del caldo de pollo que ya habían explorado; y el del conejo, partiendo de la idea de un ‘dumpling’ –una especie de empanadilla que se cuece en agua al vapor, cuya masa también elaboraron durante el concurso−, que aliaron con un guiso tradicional de conejo, versión mar y montaña, con langostinos y sobrasada.

Vocación y formación –estudiaron en la escuela san Lorenzo−, que unidas a su profundo conocimiento de los productos aragoneses, presentes en la mayoría de sus propuestas, y una enorme curiosidad por lo que se cuece en el resto del mundo, consolidan uno de los restaurantes más interesantes de nuestra comunidad y del resto del país. Que se sepa.

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