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Aragonia Palafox, profundo respeto por el producto

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Aragonia ellas GOC

Noelia Andía y Mar Giménez, en la sala del Aragonia. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

 

La entrada al restaurante Aragonia Palafox desde la calle sigue siendo espectacular, por mucho que la costumbre vaya amortiguando el impacto. El ambiente, obra del premiado interiorista, Pascua Ortega, se mantiene vigente y eficaz. El espacio de recepción, con su barra bien surtida de vermuts, permite disponer de una perspectiva aérea sobre la sala, adelantando una cierta sensación de placidez, que sin duda predispone al cliente hacia una buena degustación.

De hecho, las mesas amplias, bien separadas, con diferentes opciones de diseño y ubicación, permiten la intimidad de los comensales, que apenas se ven perturbados por una bien elegida música de fondo.
Agradable degustación, en efecto, que no sería posible sin el equipo de la casa. Noelia Andía se ha consolidado como una de las grandes cocineras de la comunidad, mientras que, discretamente, Mar Giménez va creciendo como maitre, con interesantes sugerencias a la hora de seleccionar los vinos.
Con una absoluta predominancia del producto local y cercano, también ecológico, la cocina de Andía busca realzar el ingrediente principal, generalmente tratado de forma más bien clásica, permitiéndose más osadía en los complementos y guarniciones.

El comedor fue diseñado por Pascua Ortega. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

Así, la Trucha de El Grado marinada con tapioca suflada, gel de salsa oriental, crema helada de kéfir y lima perlada; los Boliches de Ascara ecológicos en guiso de chipirón y borraja; el Taco de bacalao desalado cocinado a baja temperatura con jugo de ternera y café tostado en Aragón, con bulbo de hinojo caramelizado a la miel de Ribagorza; o la Paletilla de ternasco de Aragón IGP, deshuesada y cocinada a baja temperatura, terminada al horno con guiso de micolas de garbanzos. Buenos ejemplos de cómo utilizar técnicas actuales e ingredientes exóticos para acompañar al protagonista del plato. Una aparente sencillez que esconde un meditado trabajo en la cocina.

Que también se aprecia en el Mar y montaña de pulpo y papada rustida de latón de La Fueva sobre parmentier de ajo negro y tomillo; el Arroz cultivado con agua de los Pirineos de guiso de pollo de corral de Poleñino con toque oriental; o el Sabayón de higos con moscatel de la tierra. Siempre en su punto.
Los postres abarcan desde una selección de Quesos aragoneses, fruta de temporada y pan de cristal –oferta todavía poco vista en la ciudad–, hasta los afamados bombones de la pastelería Belenguer.
La casa propone tres menús a precio cerrado. Desde el más simple, el de trabajo, por 28 euros, incluido el vino, hasta el degustación, llamado Festival, con seis pases y un cóctel de bienvenida, por 50 euros, o el Esencia. Los dos últimos, más largos, permiten varias opciones de armonía con diferentes vinos, en función de las atinadas sugerencias de Ana Giménez.

Un restaurante con alma propia, profundamente vinculado al territorio, que se está convirtiendo en uno de los más eficaces propagandistas de nuestros productos, merced a su magistral cocina.

Boliches de Ascara con borrajas. FOTO: Gabi Orte / Chilindrón.

Apuesta por lo cercano

Mientras la cocina de muchos hoteles sigue apostando por lo internacional, lo clásico, aquí se han volcado, en lo singular, lo local, lo cercano y diferente. De hecho, tanto la carta, como los diferentes menús a precio cerrado, son una incitación a viajar por todo Aragón, de norte a sur: latón de La Fueva, boliches de Ascara, cebolla de Fuentes de Ebro, oliva negra de Aragón, pollo de Poleñino, miel de Ribagorza, foie gras de la sierra de Albarracín, aceite de oliva virgen extra del Bajo Aragón, trucha de El Grado, Arroz cultivado con agua de los Pirineos, agua de Jaraba, etc.

Lo mismo sucede con los vinos. Aunque la bodega mantiene su carácter nacional e internacional, con un elevado número de referencias, cada vez se vuelca más hacia los vinos del entorno, buscando aquellos aragoneses que se salen de lo convencional. Están los habituales, sí, pero también los novedosos.
Permite, sabia elección, disfrutar de vinos generosos por copas, por ejemplo para el postre, y dispone de un buen surtido de cócteles históricos para prolongar la sobremesa, desde el kir royal, hasta el mítico gibson.

 

La ficha

Casa Jiménez, s/n. Zaragoza. 976 794 243

Reservas

www.restaurantearagonia.com |
Horario: de 13.30 a 15.30 y de 20.30 a 23 horas. No cierra. Admite reservas. Admite tarjetas. Menú de trabajo: 28 euros, incluida bebida. Menú Esencia: 32 euros, incluida bebida. Menú degustación Festival: 50 euros, incluida bebida. Posibilidad de armonía de vinos. Precio medio a la carta: 37 euros. Dispone de reservado, para 12 personas. Buen acceso discapacitados; habitaciones adaptadas. Aparcamiento propio, gratuito previa reserva.

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