Antes de despedir el año del Centenario, y aprovechando que el otoño es probablemente la mejor estación para visitar Ordesa y Monte Perdido queremos ofrecer una serie de pistas para los viajeros que hasta allí se desplacen y deseen disfrutar de la gastronomía de la zona.
Una larga historia acompaña al Parador de Bielsa –Valle de Pineta, s/n. Bielsa. 974 501 011– remodelado en varias ocasiones, que como toda la cadena estatal, se preocupa por la cocina de la zona.
El restaurante Casa Rubén –Carretera Bielsa, km. 63. Hospital de Tella. 974 504 055–, abierto en 1987, en una bóveda de piedra, combina la tradición familiar, con la cocina actualizada de Rubén Coronas, formado en Guayente, donde conviven las migas de la casa, con, por ejemplo, un Caviar de berenjena con pimiento verde y queso de Radiquero.
En Bielsa son afamados el clásico Chinchecle –974 246 408–, con su comida tradicional, Bistró Kanguro Truchero –974 501 206–, también bar de tapas con una comida diferente y moderna, y Comoheya –690 164 407–, que presume de sus asados, especialmente el cabrito.
En Labuerda merece la pena visitar la antigua Fonda Carrera –974 500 194–, ahora restaurante, con platos tradicionales, además del restaurante Turmo –974 500 832–, donde no suelen faltar las chiretas en su amplio menú casero. También las sirven en el Hotel Revestido –974 505 077. Escalona–, que dispone de un comedor de cocina aragonesa, con una bodega muy bien dotada.
Ya en Aínsa, Casa Fes –974 500 899– ofrece una cocina sencilla donde resultan imprescindibles las carnes ecológicas de su ganadería y, si la hay, la sidra también de producción propia. Junto a la carretera, el Hotel Sánchez –974 500 014– practica también una cocina basada en los productos de la zona.
Para disfrutar de la setas en temporada hay que acercarse a Broto, a la Borda Felices –974 486 222–, mientras que en Fiscal, el Hostal Río Ara –974 503 020– sigue presumiendo de su cocina tradicional.
Los destacados
Como se ha venido publicando en estas páginas, varios restaurantes del entorno de Ordesa justifican el viaje desde el punto de vista gastronómicos. Queremos recordarlos de nuevo.
Experiencia inolvidable la del Callizo –Pl. Mayor, s/n. Aínsa. 974 500 385–, cocina contemporánea, basada en los productos de la zona, plena de intensidad y emoción. Hay que ir al menos una vez en la vida.
En otra línea, pero con una especial capacidad para la cocina, Alberto Abadía propone cenas para los alojados en Leyendas del Pirineo –Avda Ordesa, 8. Fiscal. 974 280 086–, aunque previa reserva se puede disfrutar de su cocina, muy bien pensada.
Muy cerca, Casa Frauca –Iglesia, 2. Sarvisé. 974 486 353– es toda una referencia, por su historia y por su forma de actualizar, sin excesos, la cocina tradicional. Si puede, alójese allí.
Si la carne es lo suyo, tendrá que subir hasta El Balcón del Pirineo –Vita, 49. Buesa. 974 486 023–, con excelentes carnes, de aquí y de allá, perfectamente maduradas y ensalzadas a la brasa. Entorno idílico.
De ganadería y huerta propia pueden presumir en el Hotel de montaña Lamiana –Ordesa-Tella, s/n. Lamiana. 974 341 066–, con una cocina tradicional y muy sabrosa, además de las mejores vistas sobre el valle.
La Capilleta –Ctra. San Juan de Plan, 7. Plan. 974 941 410– apuesta por el producto de la zona, con setas recogidas por su cocinero y propietario, José Antonio Ballarín, que destaca en el tratamiento de los arroces y la imaginación a la hora de diseñar tapas.