Se esperaba. Una bodega como SOMMOS, DOP Somontano, no podía permitirse el lujo de carecer de una gama de vinos de gama alta, diseñados para agradar al aficionado más exigente. De ahí el nacimiento de SOMMOS Colección, una serie de seis vinos, del que apenas se conocía el Gewürztraminer.
El restaurante Absinthium –Hotel Oriente. Coso 11, Zaragoza. 876 707 274– fue el elegido para la presentación ante un nutrido grupo de sumilleres y profesionales aragoneses, con Jesús Solanas como anfitrión de la velada. Carlos Saénz, gerente de la bodega, intervino brevemente para explicar que este proyecto «nació en 2014 y desde entonces estamos tratando de entender y recuperar el viñedo, para dar lo mejor de sí». Posteriormente, en diálogo con Solanas, los enólogos de la casa, el director técnico José Javier Echandi y Julio Fariñas, fueron desgranando la génesis de los diferentes vinos.
Que comparten entre sí una singular característica, cada cual procede de una parcela concreta y diferente, lo que permite presentar en las etiquetas la vista de la bodega desde cada una de ellas. Además de ser monovarietales, todos tienen una tirada limitada, entre 4000 y 8000 botellas.
Seis vinazos
Echandi definió sus vinos como «tremendamente modernos; el nuevo mundo, dentro del viejo mundo». Recordó que la bodega posee una innovadora tecnología y que buscan lograr «vinos honestos y francos, donde la fruta no desaparezca, aprovechando sus equipos técnicos y humanos». Solanas calificó su trabajo como una «apuesta atrevida», preguntándose de forma redundante «¿para que quieren más?», en alusión a su gran producción y capacidad para conquistar mercados. La respuesta llegó pronto.
El Gewürztraminer ya era conocido, pero sorprendió por su carácter fresco y cálido, más alsaciano que peninsular. Fermentado en hormigón, con cuatro meses de barrica, se vendimió muy pronto, el 20 de agosto de 2018.
Sorprendió muy gratamente el Chardonnay, uno vino «de restaurante, que yo no hubiera sacado tan pronto», afirmó Solanas. Con apenas 4200 botellas, supone el 0,05% de la producción de chardonnay de Sommos, es decir, lo mejor de lo mejor. «La manera está presente, pero mantiene la fruta», explicó Echandi, que aseguró que vivirá durante muchos años.
También el Tempranillo fue una agradable sorpresa. Alejado de los varietales al uso, ofrece frescura, además de un interesante toque mineral.
Ya con las variedades clásicas del Somontano, las foráneas perfectamente adaptadas a la zona, el Merlot ha sido criado en barricas nuevas de roble francés durante doce meses. Tras explicar Solanas que «merlots hay muchos, pero pocos buenos», Echandi explicó que tuvieron que proteger la uva del calor, logrando el vino más maduro de la colección.
El Cabernet Sauvignon, que se expresa en el Somontano como quizá en ningún otro lugar de España, apareció más domado de lo habitual tras la crianza de un año en barricas nuevas de roble francés. Expresivo y con un regaliz radicalmente distinto de su hermano tempranillo, está también llamado a gozar de una larga vida.
Cerró la serie el Syrah, el más perezoso en expresarse, que posee un marcado carácter continental. Con apenas taninos, resultó quizá el más personal de la serie, totalmente alejado de los syrhas de otras denominaciones.
Tras la primera cata, el restaurante maridó cada uno de los vinos con alguna de sus especialidades, de forma que se pudiera disfrutar de los vinos de la forma más racional, combinados con la comida.
La colección ya está disponible para el público, con precios entre los 9,90 euros el Gewüztraminer, y los 29 del exclusivo Chardonnay.