Domingo, 15
Me despierto con una erección, algo inusual. Espero no haber soñado con la Coixet, sería preocupante.
Me preparo un té a la altura de las circunstancias, una mezcla de té negro assam indio con clavo, canela y cardamomo, además de leche ecológica sin lactosa. Hago gimnasia.
Paso la mañana con unas galletitas saladas de sésamo, pero Instagram me abre el apetito.
Veo en la pantalla que han cerrado todos los restaurantes, salvo los de comida para llevar, infumables en su inmensa mayoría. Quizá alguno de los míos abra las cocinas y pueda aprovechar un glovo. Todos cerrados, claro, el transporte rápido y la gastronomía son incompatibles.
Coño, tendré que improvisar. A ver qué hay en la nevera. Nada sugerente. Quizá deba abrir ese sobre de pastrami que me regalaron en Lucio’s Delicatessen; menos mal que ya viene en lonchas. Pepino tengo, mostaza queda, la rúcula está un poco seca, pero es imprescindible.
¿Y el pan? Durísimo. El de molde, algo pasado. Lo tuesto, se quema, lo tiro. Vuelvo a intentarlo, maldita tostadora, me quedan solo dos lonchas. Se vuelven a quemar, las raspo. Dejo la cocina hecha un cristo.
¿Qué día viene Ludmila? El martes. Tendré que barrer ya. ¿Dónde coño guardará esta mujer la escoba? ¿Y el recogedor? ¿Por qué no están juntos?
El bocadillo no sabe como en Lucio’s, será la rúcula o la mostaza, que quizá se haya pasado. Un nespresso Inspiraciones Firenze Arpeggio decaffeinato me lleva hasta la siesta.
Ojeo los libros, más bien las fotos. Siento hambre, quizá más psicológico que real, pero va creciendo. Miro en el congelador: una trufa negra, helados, salsas para pasta… nada consistente. En la nevera, tampoco: mézclum de lechugas, el resto del pepino, cervezas artesanas, ginebra, tónicas, unas lonchas sunsidas de mortadela italiana, que sabe dios cómo han llegado allí…
Me resigno y pongo la tele. Salen muchos ministros y parece que esto va para largo.
Entro en internet para comprar comida. Mis tiendas favoritas están colapsadas; no me queda más remedio que probar en supermercados. Tras ímprobos esfuerzos logro formalizar un pedido en el Club del Gourmet de El Corte Inglés; no lo traerán hasta el lunes, 23. Lo anulo.
Mañana tendré que salir a comprar algo.
La leche se ha puesto mala. Meto el resto del pepino en una copa de ginebra y me doy a los gin-tonics. La gente aplaude en los balcones, ¿por qué?
Acabo el pepino y toda la ginebra