Miércoles, 18
La tarde de ayer fue entretenida. El jefe dice que tenemos mucho trabajo, así que curré todo y más. Con tanto ERTE no hago más que rellenar impresos y enviar correos. Unos al paro y otros no paramos. Es la vida.
Con mi seguridad laboral garantizada, me di un vicio. Una cena gourmet a domicilio, que algunos no han cerrado las cocinas, gracias a que tienen tienda y cáterin: Alcachofas naturales con jamón –mi desquite del lunes−, Turbante de lubina con sanfania de chipirones y Puding de café y cardamomo. Una pasta, y eso que los pondero en las redes, pero dormí como un bendito.
Madrugo para sacar faena. Apenas un té para desayunar que anoche me puse como una boa constrictor. Paso de comer en serio: unas sardinas en AOVE, vermut del Somontano y el puding que sobró. Sin pan, ya duro; se lo echaré a las palomas desde el balcón, que también tendrán que comer las pobrecicas.
Tras la siesta a la compra, pero esta vez con lista. Picador de cebollas, colador, cebollas de Fuentes –no es temporada, eso me lo sé, pero las traen de México los mismos que las hacen aquí−, patatas de dos tipos agria –para freír− y red Pontiac –para guisar−, alguna legumbre con denominación de origen –alubia de La Bañeza, garbanzo de Fuentesaúco, ya veremos−, AOVE –es decir, aceite de oliva virgen extra− a mogollón, verduras, algas, fideos chinos, huevos bio…
¿Y cómo la traigo? Jamás he tenido un carro de la compra… Me llevaré la maleta grande, que para eso tiene ruedas.
Calculo lo que cabrá en la maleta y casi lleno un carro en el super. Eso sí, de productos sin nombre, patatas para cocer y otras para guisar, sin que avise de la variedad; alubias y garbanzos, que luego descubro que vienen de México; cebollas, judías verdes, ajos, borraja –ya limpia, por si acaso−, huevos eco, pescado crudo, carne y embutidos. Por supuesto, el picador de cebollas, el colador, y ya puestos, una sartén de esas para hacer tortilla de patata, que son como dos simétricas con una bisagra que las une. Te vas a enterar Comidista. Pero sigo sin encontrar la sección de productos orientales.
De vuelta, ya que he salido, compro panes variados y, por si me da la venada, un paquete de cigarrillos.
Me pongo a limpiar la cocina. Barrer es sencillo, el resto no tanto. Localizo una bayeta amarilla y un montón de botes diferentes. CIF, Tenn, Don Limpio, KH-7, Fairy, Cillit Bang, lejía… Estoy cansado para leer la letra pequeña o buscar por Internet. Uso el Cilllit Bang, que pone que es universal. Queda más o menos decente.
A por la tortilla. Reviso el tutorial, y veo que El comidista hará una tortilla en directo a las 20.05 horas. Mierda, me falta cebolleta, pimiento verde y pimientos de piquillo de bote. Pero, ¿no era de patata? Paso del directo y me lanzo por mi cuenta.
Patatas de freír, cebolla que no pica, sartén adecuada, pizquillita de sal. No puede salir mal. Sale medianamente bien, sosa. Mucha para uno solo, pero es lo que tienen las sartenes de 26 centímetros de diámetro.
Prefiero usar un poco de la salsa china XO −vieira, anchoas secas, pescado en salazón, chiles y gambas cocidas en salsa pica− que me regaló Dabiz cuando era más accesible. Y ya puestos, lo marido con una botella de sake, servido en forma de Yuki Bie, nieve, exactamente a 5º. Temperatura que ignoro si es la mejor para la tortilla, pero es la que ofrece el frigorífico.
Satisfecho de mis habilidades culinarias y para continuar con este estado oriental, me regalo una copa de Suntory, ese whisky japonés, de los más bebidos del mundo –Japón produce más que Escocia−, pero también de los más exclusivos, especialmente el que me regaló Carlos el barman por promocionar su garito en las redes. The Yamazaki 12 years; notas de melocotón, piña, pomelo, clavo, naranja confitado, vainilla y mizunara, que es un roble japonés.
Ha sido un buen día.