En Aniñón se ensaya un prometedor cultivo
Hace dos años, Abad, gerente de la Cooperativa Niño Jesús anunció, en la celebración del cuadragésimo aniversario de la entidad, la futura implantación de un nuevo cultivo, de esperanzador futuro, el espárrago verde. El plan se enmarcaba en su estrategia para diversificar aún más la producción de la cooperativa, además de convertirse en una línea de exportación e importación, que «pretende dar trabajo doce meses al año, elevar la facturación y ofrecer productos en todas las estaciones», explica.
En España, la temporada habitual del espárrago verde es de marzo a junio, especialmente en Andalucía, pero que en Aniñón, debido a su situación en altura, puede prolongarse hasta principios de noviembre, gracias a un segundo corte.
Como explica Pablo Latorre, de la dirección de la cooperativa, este cultivo «es complementario de los que ya tenemos. El primer corte se hace justo antes de comenzar la campaña de la cereza y el segundo, a partir de septiembre, tras acabar con el melocotón y antes de la vendimia».
Esta apuesta por el espárrago verde, muy inusual en esta zona de Aragón, se basa en otros motivos, además de alargar la temporada de trabajo. Entre ellos, la creación de mano de obra, como señala uno de los agricultores pioneros, el José Manuel Sebastián, «el corte del espárrago requiere numerosa mano de obra –no está mecanizado y hay que hacerlo cotidianamente, una ‘persona y media’ por día y hectárea–, el mismo personal que después se ocupara de los trabajos primaverales en la viña». Lo mismo que sucederá tras la vendimia, cuando llegue el segundo corte.
Por otra parte, el mayor temor de los agricultores de la zona es el pedrisco y las heladas, que pueden acabar con la floración de los frutales. Un problema que no ocurre con el espárrago, lo que garantiza su recogida. «Si hiela o cae piedra, solo pierdes la cosecha de uno o dos días» explica José Manuel Sebastián, gran diferencia con la cereza o la almendra, cuya producción puede reducirse a mínimos tras una helada en primavera. Además, «es rentable, tiene margen».
Todo son ventajas, pues el espárrago de otoño, para el que se ha reservado varias hectáreas de forma experimental, llegará a los mercados durante cuarenta días, desde septiembre y quizá hasta principios de noviembre, «precisamente cuando no hay espárrago nacional y hay que importarlo de América». Así, aunque produzca menos, resulta más rentable para el agricultor, que tiene garantizada su salida.
Siempre a través de la cooperativa, que se encarga de la comercialización. Explica Latorre que «desde nuestras instalaciones nos ocupamos de calibrar los espárragos, enfajarlos en mazas y comercializarlos». De hecho, estas primeras partidas llegarán a Eroski, Mercazaragoza y Mercamadrid, donde ya tienen compradores a la espera.
Para este año, con varias hectáreas en marcha, se estima una producción de 30 000 kilos.
Un año de investigaciones
Hace ya bastantes meses, técnicos de la cooperativa, además de algunos socios, como José Manuel Sebastián, con el decidido apoyo del Ayuntamiento de Aniñón –que les ha cedido terrenos para estas primeras experiencias– analizaron y aprendieron en Guadalajara las técnicas de cultivo, al ser una zona con una altitud semejante a la suya. «Hemos comenzado un grupo de voluntarios –una media docena– que teníamos ganas de experimentar y ampliar cultivos. Y parece que va tirando», explica Sebastián.
Este joven agricultor, de apenas 21 años, formado en Movera, lo tiene claro. Quiere vivir aquí, y bien, del fruto de su trabajo, diversificando su producción. No obstante, el cultivo del espárrago «tiene miga», reconoce Sebastián. Aquí riegan siempre por goteo –«’pide’ más o menos lo que la vid»–, ahorrando agua gracias a las actuales técnicas e indagan habitualmente el grado de azúcares de la raíz para comprobar el vigor de la esparraguera.
Pues la planta tiene unos ocho o diez años de vida, tras lo que la tierra ha de dedicarse a otros menesteres, cereal, almendro, etc. Pero no es precisamente la falta de tierra de cultivo algo que preocupe en Aniñón.
Previsiones de crecimiento
Actualmente la Cooperativa Niño Jesús produce cerezas, que llegarán al final de primavera, junto con los estivales melocotones y ciruelas; en septiembre comenzará la vendimia, para elaborar su vino, cada vez más vendido embotellado; poco después de la manzana, y recoger la almendra, a final de año, será el momento de ‘varear’ la oliva.
La cooperativa se encuentra inmersa en un potente proceso de inversión, que le está permitiendo mejorar y ampliar sus instalaciones, ampliar el servicio a los socios y crecer en la comercialización en grandes cadenas de distribución.
Nacida en 1978 como tal, la cooperativa se ha convertido en el principal motor económico de la localidad de Aniñón, con más de 2,5 millones de euros distribuidos entre sus 200 socios, en una población que apenas pasa de los 800 habitantes.