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ENOTURISMO. La arquitectura del vino

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Bodegas y arquitectos, la excelencia en sus manos

El mundo del vino tiene cada vez más ramificaciones y variantes. Es lo que hemos denominado en otras ocasiones como valor añadido, esas características diferenciadoras entre unas bodegas y otras. Las actividades de enoturismo, los etiquetados, la presencia comercial, la organización de desfiles de moda, las exposiciones de arte y cualquier otra iniciativa similar forman parte de este complejo mundo.

Algunas bodegas de renombre optan por dar un paso más y deciden realizar inversiones millonarias en proyectos arquitectónicos que den a su marca un carácter exclusivo y único. Se trata evidentemente de algo al alcance de muy pocos y en realidad ese es su fin último. No consiste en construir un edificio adecuado para elaborar vino, lo que se persigue es configurar una seña de identidad y que en el selecto universo del vino se asocie de manera indisoluble a esa bodega con ese edificio, y por añadidura, con ese arquitecto famoso a nivel mundial.

En los últimos años hemos asistido a una verdadera eclosión de proyectos arquitectónicos vinculados a bodegas, pero no podemos dejar pasar la ocasión de remontarnos unas décadas en la historia.

A la izquierda, la nave que diseñó Gustave Eiffel para CVNE a principios del siglo XX. FOTO: Francisco Orós.

Pasado y presente

En la localidad riojana de Haro, más concretamente en el llamado barrio de La Estación, tuvimos ocasión hace un tiempo de visitar Bodegas CVNE, acrónimo de la Compañía Vinícola del Norte de España fundada en 1879 por los hermanos Real de Asúa. Los diversos edificios de esta bodega se ubican en torno a una plaza adoquinada y ajardinada muy acogedora, que le da al conjunto un aspecto como de patio de vecinos, por algo recibe el nombre de la aldea del vino.

Uno de esos edificios es una nave destinada a la crianza en barricas de roble, pero no es una nave cualquiera. Se trata de un espacio de 800 metros cuadrados sin una sola columna –algo relativamente frecuente en las edificaciones actuales–, cuya virtud radica en la fecha de construcción, hace más de un siglo, concretamente en 1909, y el responsable de dicha maravilla arquitectónica de principios del siglo XX es nada menos que Gustave Eiffel, arquitecto francés que ha pasado a la historia por la construcción de la torre parisina que lleva su nombre, pero cuyos trabajos en bodegas son absolutamente desconocidos.

Sin movernos de Haro, tan solo a unos cientos de metros de Bodegas CVNE, realizamos ese mismo fin de semana una de las visitas que más interés despertó en nosotros, por la calidad de sus vinos, por su renombre y por su apego a la tradición vitivinícola de esa zona geográfica.

Zaha Hadid, autora del pabellón Puente de Zaragoza, lo es también de la Bodega López Heredia, en Haro. FOTO: Francisco Orós.

Nos referimos a Bodegas López de Heredia, cuyo acceso a la zona visitable se inicia en una sala-tienda enormemente peculiar. Se trata de una modernísima construcción diseñada por Zaha Hadid, famosa arquitecta de origen iraquí afincada en Londres, autora, entre muchas otras obras, del pabellón Puente de la Exposición Internacional de Zaragoza de 2008.

La obra de Hadid para López de Heredia, observada desde el frente, tiene forma de decantador de vino construido en acero y cristal. El interior es de un blanco inmaculado y el diseño de los asientos que nos reciben a ambos lados una vez hemos franqueado la entrada nos recuerda a cualquier cosa menos a una bodega. Y las sorpresas aún no han acabado: al fondo de la sala-decantador descubrimos la silueta de un stand de maderas nobles, con tallas y espejos, a cuya presencia no somos capaces de encontrar explicación hasta que el amable personal de la bodega informa al visitante.

Con motivo del 125 aniversario de la creación de la bodega, se decidió restaurar el estand que allá por 1910 sirvió como presentación de Bodegas López de Heredia en la Exposición Universal e Internacional de Bruselas y en la de Buenos Aires del mismo año. Tras su restauración, dicho estand –una auténtica joya artesanal en madera de principios del siglo XX– se decidió que fuera presentado en la Feria Alimentaria de Barcelona en 2002, pero como debía ser ubicado en el exterior se solicitaron los servicios de Hadid para que construyera –tal y como ella misma escribe en su página web– una nueva botella para un viejo vino. El resultado habla por sí mismo y no deja indiferente a nadie.

Ysios, diseñada por Santiago Calatrava. FOTO: Francisco Orós.

Mimetismo paisajístico

La relación entre Bodegas Ysios y Santiago Calatrava –arquitecto español autor de obras como la Ciudad de las Artes y las Ciencias de su Valencia natal– se planteó más como un reto que como un encargo profesional.

Nada en Ysios parece debido al azar. Los diseños, nombres, formas, colores son de una determinada manera porque así se ha decidido. El nombre de la bodega es una fusión de los nombres de dos deidades egipcias –Isis y Osiris– la primera de las cuales representa la fertilidad y la segunda a la madre naturaleza. Pero no termina ahí la simbología. Ysios se escribe con Y para representar una copa de vino.
Con la arquitectura continúan las evocaciones. El tejado ondulado diseñado por Calatrava emula la orografía de la sierra de Cantabria visible detrás de la bodega, aunque también representa el carácter mediterráneo del arquitecto, recordando las olas del mar, carácter marinero al cual también hace referencia el salón de catas cuyo interior puede recordar a la popa de un barco antiguo.

Desde el aire, la bodega y sus viñedos recuerdan de nuevo a una copa. Y desde la distancia, en una visión frontal, el edificio parece un grupo de barricas que flotan sobre el agua de un estanque. Calatrava ha logrado en Ysios algo verdaderamente difícil: amalgamar, fusionar, integrar su preciosa obra arquitectónica en el paisaje, pero sin violentarlo, sin perturbar la armonía de la magnífica Sierra de Cantabria que se observa al fondo y que le sirvió de inspiración en el diseño. Se mire por donde se mire, en Ysios no hay una sola línea recta, es más, ni siquiera hay columnas en el interior. El tejado, el mismo que ha generado tantos quebraderos de cabeza, se sostiene exclusivamente repartiendo el peso en los muros laterales, los cuales por supuesto tampoco son rectos.

Equilibrio físico al máximo y prestidigitación arquitectónica. El arte moderno en simbiosis con la tradición más apegada a la tierra. Absolutamente sublime. Ysios es propiedad del grupo Domecq, un gigante del mundo del vino en España, quizás el más grande junto con Osborne y Gonzalez-Byass. Desde el punto de vista de la producción, Ysios es una bodega moderna donde el acero predomina sobre la madera. Llama la atención, sobre todo si se recuerda el cariño con que se tratan las barricas y los tanques de fermentación en otras bodegas más tradicionales como López de Heredia, donde hemos escuchado hablar de mohos y levaduras con el mismo respeto con que se habla de un venerable antepasado. Quizás seamos unos románticos, después de todo.

Bodegas Marqués de Riscal encargó la obra al arquitecto canadiense Frank Gehry, autor asimismo del Museo Guggenheim de Bilbao.

El futuro invade Elciego

La villa de Elciego tiene una honda tradición vitivinícola. Cerca de una veintena de bodegas están asentadas, algunas desde hace siglos, en la localidad alavesa. Existe sin embargo un punto de inflexión, un antes y un después, en el instante en que en Bodegas Marqués de Riscal se decide la construcción de su afamada Ciudad del Vino, proyecto que fue encargado al arquitecto canadiense Frank Gehry, autor asimismo del Museo Guggenheim de Bilbao.

Se dice que Gehry no estaba inicialmente dispuesto a aceptar el encargo, pero en el curso de un encuentro con los representantes de la bodega, fue agasajado con el descorche, más bien degüelle –ya comentaremos este detalle en otra ocasión– de una botella de vino del año de su nacimiento, 1929, y tras su degustación no pudo más que aceptar el proyecto. La vinculación de Gehry con Marqués de Riscal continúa a día de hoy, pues la bodega tiene en el mercado un vino Reserva Selección 2001 con el nombre del arquitecto. De bien nacidos es ser agradecidos.

La obra de Gehry para Marqués de Riscal en realidad no se parece a nada. Todo lo más se parece a otras obras de Gehry, pero intentar encontrar semejanzas con objetos cotidianos del planeta Tierra es complicado. Simbologías sí, muchas. Por ejemplo, los colores elegidos para decorar la cubierta de titanio –rosa, oro y plata– simbolizan, respectivamente, el vino, la malla que recubre las botellas de Marqués de Riscal y la cápsula de las mismas. Hablar de las formas ya es otro cantar. Sus defensores, enamorados de la fusión de estilismos, argumentan que el moderno edificio que acoge el hotel contrasta elegantemente con la bodega original diseñada en 1858, con los viñedos y con las construcciones tradicionales de Elciego. Sus detractores no opinan igual. De nuevo en este tema, como es habitual en el complejo mundo del vino, todo es cuestión de gustos. Cuando realizamos la visita a Bodegas Marqués de Riscal, no tuvimos ocasión de ver el hotel por dentro. y a decir verdad, por cuestiones de agenda y por otros motivos que no vienen al caso, no nos hemos decidido a intentarlo de nuevo. Con sinceridad creemos que para valorar convenientemente la obra de Gehry deberíamos pasar un fin de semana completo allí, haciendo uso por supuesto del restaurante y del spa de vinoterapia. Si en algún momento lo hacemos, prometemos compartir nuestras vivencias en estas páginas.

Solo dentro de la DOC Rioja la lista podría ser interminable. En Logroño podemos destacar Bodegas Olarra, Bodegas Darien y Bodegas Juan Alcorta. En Laguardia Viña Real-CVNE, que recuerda a una gigantesca tina parcialmente enterrada en la montaña y es obra del francés Philippe Maziéres, hijo de bodegueros bordeleses. En Samaniego Bodegas Baigorri de Iñaki Aspiazu se asoman sobre un valle lleno de viñedos, precioso bajo los rayos del sol y absolutamente idílico cuando se cubre por la bruma. En Ribera del Duero también hay casos notables, como Bodegas Portia de Norman Foster en Gumiel de Izán, Burgos, que ya fueron protagonistas en un artículo anterior o Bodegas Protos de Richard Rogers ubicadas a los pies del impresionante Castillo de Peñafiel, Valladolid.

En resumen, un inagotable abanico de posibilidades para el enoturista, amante o no de la arquitectura, porque en realidad lo importante es disfrutar del arte.

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