Cuando iniciamos la andadura de nuestro convivium de Huesca, albergábamos una ilusión que en algunos no se ha modificado. Sus máximas nos parecían una utopía, preciosa, como lo son todas, y factible como lo son algunas. Ahí estaba el reto, pero es que, además, hablábamos de productos de nuestra tierra, de proximidad en sus producciones, de cuidar el planeta con las practicas agronómicas, de compartir mesa, amigable, y más allá, es decir, fraternal. Con todas estas herramientas visualizábamos una capacidad de generar más conocimiento propio.
Tras un análisis detenido sobre el entorno, incluyendo datos de producción y venta, en este caso de fruta, y sobre su historia, se visualiza que podríamos hacer confluir gentes del territorio, auténticos motores reales, como Guillermo Palacín, Pedro Berenguer, Sergio Lanaspa, Pedro Bergua, Javier Abadías; ciencia aplicada, como el CITA; e idea de equipo. Todo ello en torno a recuperación de árboles frutales autóctonos de montaña, en una zona geográfica coincidente con la sierra occidental de Guara, sobre 950-1200 metros de altitud.
Pensemos que, en torno a nuestra agrodiversidad, se desarrolla un importante patrimonio, muy relacionado con nuestra soberanía alimentaria. Es tan sencillo como disponer de una enorme riqueza, formada por todos los recursos biológicos, para nuestra agricultura y alimentación, seleccionados por nuestros antepasados y por la propia naturaleza durante muchos años.
Pretendemos llegar a cerrar nuestro circulo con el aprovisionamiento de fruta autóctona, y aquella de la que nuestros padres bajaban a vender hará unos cien años a los de la redolada a Huesca , los mercados locales, y los mercados de proximidad, devolviendo a su sitio lo que nunca debió casi desaparecer. Pero hay mucho mas detrás, y es por lo que nos animó a trabajar en ello.
Conseguimos un vivero colaborador, Carlos Gil, en Alerre, desde donde hemos entregado tras los procesos recorridos, 2200 arboles frutales –manzanos, perales, ciruelos– a más de un centenar de particulares, al igual que horticultores profesionales interesados. Los huertos se extienden a más de treinta localidades de la comarca. Hay que decir que estas variedades frutales proceden de un inventario que hace ya siete años se hizo en la zona norte de la sierra de Guara, con el objetivo de localizarlas, caracterizarlas y propagarlas. Con la importante acción en investigación aplicada y básica a cargo del grupo de la doctora Pilar Errea Abad y de Lourdes Castel Duaso, del CITA, se procedió a los distintos controles, permitiendo obtener conclusiones relativas al desarrollo y adaptación de los frutales.
Proseguiremos con su catalogación y visualizaremos las posibilidades en ámbitos como mercados locales, y sectores relacionados con la restauración, entre otros.
Para nuestro grupo de trabajo se trata de un objetivo estratégico enmarcado en la filosofía del programa Leader, que tan eficazmente gestiona ADESHO y a quienes damos las gracias, así como al resto de compañeros del grupo. Todos supimos ver que recuperar nuestro patrimonio, ser diversificadores de economía permitiendo obtener ingresos complementarios y tratar de generar condiciones para asentar población, se sinergizaban. Seguimos y gracias.