El Somontano en femenino

VIN ECO bodega cartel

La finca de Bodegas Meler, el proyecto de las hermanas , Isabel, María y Ana Meler, se remonta a su abuelo y se extiende por 110 hectáreas, de las cuales 82 son viñedo, FOTO. Francisco Orós.

Desde hace décadas, el abuelo Pablo venía cultivando aquellas viñas, almendreras y olivares, de modo que más por costumbre que por imposición, su actividad agrícola fue asumida de manera natural por su hijo Andrés, quien decidió complementarla con la cría de ganado vacuno. A largo plazo sin embargo, la ganadería no reportó los beneficios esperados y aquella nave situada en lo alto de una colina al sur de Barbastro poco a poco fue dejándose de usar excepto como almacén de aperos y maquinaria.

Y así siguió hasta el año 2004 en que Isabel, María y Ana –hijas y nietas de viticultores– decidieron poner en marcha el proyecto que nos ocupa en el presente artículo. Su indudable respeto por la tierra, la transmisión familiar de valores y sentimientos, así como ese aprendizaje empírico de la viticultura, por capilaridad –casi por ósmosis– desde la infancia les llevó a emprender esta aventura empresarial con un indudable vínculo con el territorio.

En la actualidad la finca de Bodegas Meler se extiende por 110 hectáreas, de las cuales 82 son viñedo, aunque no todas en propiedad. El resto siguen siendo olivos y almendros, ocupando en gran medida las laderas de un cerro a cuatro vertientes en cuya cumbre se encuentran las instalaciones de elaboración y crianza, en la antigua nave ganadera reconvertida en bodega que fue la protagonista del proyecto de fin de carrera de Ana Meler, directora técnica de la bodega.

La mayor parte de los suelos son calcáreos y con un elevado contenido en yeso, característica que unida a las diferentes orientaciones del viñedo, determina significativas diferencias entre parcelas, cada una de las cuales se vinifica cuidadosamente por separado.

Tratándose de una de las bodegas, digamos pequeñas del Somontano y todavía con pocos años a sus espaldas, la comercialización de los vinos de Bodegas Meler se orienta mayoritariamente hacia las tiendas especializadas y la restauración de la provincia de Huesca, no tanto por el resto de Aragón y algo más a nivel nacional.

No obstante, se exporta casi el 38% de la producción y los vinos Meler llegan a día de hoy a 17 países. En la actualidad su catálogo está integrado por diez vinos, elaborados con siete variedades de uva, la mayoría internacionales, aunque con una creciente presencia de variedades autóctonas. La inquietud personal y el constante interés por aprender de Ana Meler, le animan a cultivar otras castas en fase experimental para observar su adaptación y aclimatación al Somontano, las cuales poco a poco van incorporándose a sus vinos.

Familia y tierra

Durante nuestra visita fuimos amablemente atendidos por Ana Meler, como ya hemos mencionado, directora técnica de la bodega y copropietaria junto con sus dos hermanas. Por cierto, qué diferentes son las visitas cuando quien proporciona las explicaciones forma parte del proyecto. Es lógico que las grandes bodegas cuenten con departamentos de enoturismo integrados por personal joven y uniformado, pero la experiencia para el visitante nada tiene que ver.

Familia y tierra fueron probablemente las dos palabras que más escuchamos durante nuestra visita, señal inequívoca de cuáles son las prioridades de una bodega pequeña como Meler. Si a todo ello le añadimos la satisfacción de tener la oportunidad de catar vinos en rama, vinos de añadas atrasadas, vinos aún sin comercializar e incluso vinos que jamás saldrán a la venta, la sensación tras la visita no puede ser más enriquecedora.

El catálogo de Bodegas Meler sorprende por su cantidad de referencias, una decena larga de vinos agrupados en cuatro familias o colecciones. Por el número de cajas elaboradas cada año y por las simpáticas etiquetas que ilustran sus botellas –unas muñecas barrocas que son a su vez retratos de las tres hermanas Meler– la colección denominada Monovarietales es la más popular de todas.
Integrada por tres vinos sin crianza en roble –blanco, rosado y tinto– suele agotar sus existencias con rapidez, de manera que sólo tuvimos ocasión de catar el chardonnay, aunque por fortuna, de tres añadas consecutivas, una suerte de cata vertical improvisada en la que se incluyó una rareza en forma de blanco con barrica.

VIN ECO Meler chardonnay

Los chardonnay

El Meler Chardonnay 2020 –añada actualmente comercializada– nos sorprendió visualmente con su color amarillo dorado medio y aromas a tarta de manzana y piña muy madura en nariz. Acidez notable en boca, con un amargor final marca de la casa. Un blanco serio, muy distinto a otros monovarietales de chardonnay de bodegas de la zona. El mismo vino de la añada venidera –2021– nos resultó más reconocible y varietal, sensiblemente más parecido a lo que el consumidor medio entiende por un chardonnay del Somontano, lo cual no terminamos de saber si es bueno o malo. Intensamente aromático –frutas tropicales, plátano y piña–, deberemos reevaluarlo tras su filtrado y embotellado, sin embargo mostró unos muy buenos mimbres y resultó prometedor.

La cata del Meler Chardonnay 2019 con crianza durante once meses en barrica, por cortesía de la bodega, fue toda una sorpresa. Elaborado por encargo para un cliente de fuera de España, se trata en realidad de un vino no comercializado. Imponente su color dorado medio-alto, su nariz de cera de velas, caramelo de café con leche, torrefactos y frutos secos, dulce de membrillo y crème brûlée. Un absoluto predominio de las notas de crianza, es el resultado de una elegante evolución bien controlada y recuerda a Borgoña meridional. Sin duda una rareza excelente.

VIN ECO Meler MWA

Colección MWA

La colección Mwa de Meler supuso una arriesgada apuesta en su día. Integrada por tan sólo dos vinos, de nuevo el etiquetado moderno, femenino y seductor –resulta inconfundible ese beso estampado en cada botella, jugando con la fonética del nombre– no deja a nadie indiferente. El Mwa Blanco 2019 en realidad se trata de un blanc de noirs, un tipo de vino poco habitual por su elaboración tan especial –vino blanco procedente de uvas tintas– diseñado para un mejor aprovechamiento de las viñas de corta edad. Original ensamblaje de garnacha tinta y merlot de un atractivo amarillo dorado de capa media-baja que en nariz se mostró poco expresivo y que sin embargo resultó muy interesante en boca. Largo, cremoso y complejo, de nuevo con ese discreto amargor final, incluso algo tánico, que lo hace gastronómico y maridable. Un vino curioso y diferente.

Por el contrario, su hermano el Mwa Tinto 2017 –merlot, cabernet sauvignon, syrah y garnacha en proporciones desconocidas con seis meses de crianza– nos dejó desorientados y confundidos. Con total seguridad, la comercialización de una nueva añada hará regresar a este vino a su planteamiento original de perfil juvenil y moderno.

VIN ECO barricas

Colección Barrica

Tres tintos identificados por el número de meses de crianza en roble protagonizan la Colección Barrica. Seis, nueve y quince meses son los periodos de permanencia en madera de cada uno de ellos, ensamblajes de variedades internacionales –syrah, merlot y cabernet sauvignon– con o sin el concurso de garnacha tinta. Vinos con el perfil clásico de los tintos del Somontano, construidos a imagen y semejanza de los tintos bordeleses, con largas y persistentes crianzas. Algo maduros y evolucionados, ideales para quien valora este tipo de vinos, de estilo quizás algo trasnochado y poco actual, pero sin duda exitoso entre cierto público.

Finalmente para cerrar el catálogo, dos tintos más que exclusivamente se elaboran en las mejores añadas. Por un lado el Diez Ballos Garnacha 2018, cargado de frutas rojas, yogur de moras, lácticos y mentolados. Fresco y ágil, con postgusto medio, muy en la línea de otros monovarietales de Garnacha del Somontano. Ligero, actual, delgado, moderno y cumplidor.

Y por el otro, el Andrés Meler, elaborado con racimos seleccionados de cabernet sauvignon y criado en barricas nuevas de roble francés, para conseguir el vino que homenajea al referente de la familia Meler.
Desde este medio queremos expresar nuestro agradecimiento a Ana Meler por habernos permitido conocer en primera persona este interesante proyecto familiar en el Somontano. Queda pendiente realizar una nueva cata –quizás con algo más de tiempo– que nos permita reevaluar alguno de sus vinos, especialmente aquellos que requieren de un análisis más sosegado.

Bodegas Meler, el Somontano en femenino.