11-11 Ecolecera DGA

Pilló uno la gripe en Lécera –y no porque el pabellón estuviera frío– y se perdió la cita del pasado domingo. O quizá fuera la conmoción al apreciar cómo de turbias bajan las aguas del ecológico.
Estuvo en la primera feria ecológica con vocación de continuidad que se celebra en nuestra comunidad, EcoAragón, y no vió, ni nadie, al Comité de Agricultura Ecológica de Aragón entre los expositores. Eso sí, su presidente alabó la iniciativa ante las cámaras de Aragón Televisión la iniciativa, por más que al tapao le cuentan que en privado dice otras cosas.
No se vieron dirigentes de la aragonesa Consejería de Agricultura –y mira que algunas se mueven–, pero a cambio inauguró el vicepresidente de Aragón, Arturo Aliaga, visiblemente feliz por la iniciativa. De hecho quedó para verse con alguno de los expositores aragoneses.
Las espadas siguen en alto, dentro del mundo ecológico. De momento, el Tribunal de Defensa de la Competencia de Aragón ha emitido un informe en el que «considera también necesario recordar al Gobierno de Aragón las recomendaciones que ya formuló hace tres años sobre la necesidad de mejorar sustancialmente la transparencia en la fijación de las tarifas y en los costes del CAAE para la actividad de gestión del Registro de agricultores ecológicos. Nos remitimos a la resolución de 19 de septiembre de 2019 que incluimos en anexo al presente informe».
Seguiremos de cerca el culebrón.

 

Algunos periodistas serios, de esos que ya quedan pocos, se quejan de los servicios de comunicación del Departamento de Agricultura. No va a entrar uno a valorarlo, ya que no es del gremio –aunque se fía de sus fuentes–, pero lo cierto es que repetir, y por dos veces, la expresión treceava –Dicho de una parte: Que es una de las trece iguales en que se divide un todo, dice el DRAE– en una nota de prensa parece, cuando menos, poco profesional. Sobre todo cuando quiere decir decimotercera.

 

El martes se celebra en Toledo –¿Cuándo en Aragón?– la gala Michelín, a la que estaremos atentos a ver qué cae por esta tierra. Ya saben que este tapao no cree mucho en las estrellas, ni en otras cosas, pero lo cierto es que tiene efectos positivos para la gastronomía de la zona. Otra cosa serían los repentinos cambios de actitud de determinados estrellados, como si la altura les afectara a las neuronas. El caso es que, al fin, la guía ha creado un nuevo premio para valorar a camareros y sala. ¿Será el principio del fin de los cocineros estrella?

 

Como todos los años, ha hecho uno certaming –gilipollez a la moda de usar palabras ajenas–, que no es otra cosa que acudir a disfrutar de los restaurantes del Certamen de restaurantes de Zaragoza. No, esta semana, no, así que no era yo al que vio, ya saben, la gripe.
Y alguna conclusión ha sacado, como de otras ediciones. Desde quienes aprovechan el sarao para promocionarse –la esencia del mismo–, hasta quienes se limitan, por lo que sea a cumplir la papeleta. Por no mentar a los que se saltan las normas: te sirven vinos que no son de la DOP Campo de Borja, patrocinadora del evento, o te recriminan por no avisar cuando reservas que vas por el menú. ¿Por qué sí no? De hecho, es obligatorio servirlo, al menos según las bases.
En lo que sí coinciden todos los participantes es en la generosidad de las raciones. ¿Cosa de los hosteleros o del tripero público zaragozano? Se admiten apuestas.

 

 

Seguimos saliendo por los medios de allá. Al hilo del certamen, el Diario de Navarra se ocupa del strudel de manzana del restaurante Río Piedra, en Nuévalos, ganador de un premio en un pasado certamen. Y según nos recuerda El Periódico de Aragón, Arguiñano se aplicó unas migas en la Birda Nadal, de Ansó, que luego replicó en su programa. Afortunadamente, con sebo de cordero, como debe ser.

¿El Adriá del XVIII?