Es lo que tienen los lemas publicitarios, que simplifican y pueden inducir a error a mentes simplonas. El concepto fue ideado en Italia, gracias a Slow Food, que allí nació hace ya varias décadas. Y de la misma forma que el movimiento internacional, el del caracol, no propugna comer despacio, por muy saludable que sea, los restaurantes, para los que se creó el concepto Km. 0, no tienen que servir únicamente alimentos recogidos o elaborados en sus inmediaciones.
De hecho, existen unas normas para aparecer en la guía que edita al respecto Slow Food, tan simples como «comprar, como mínimo, a cinco productores de tipología diferente, que estén establecidos a menos de 100 km. del restaurante. Al menos, uno de estos deberá producir verduras». Además de acreditar el uso y la compra de cinco productos del Arca del Gusto de Slow Food, generalmente alimentos en proceso de extinción.
Quiérese decir que hay que aplicar la lógica y, por sensatez y economía en el sentido más amplio, utilizar y consumir productos de proximidad, lo más cercanos. Lo que no implica, por supuesto, renunciar al pescado de mar, ni a los plátanos o naranjas.
La autarquía es pasado, especialmente tras el esperado fracaso de la moción de censura. Pero el futuro no pasa porque aquí consumamos tomates de Marruecos, mientras los nuestros se van para Alemania. O que se cultiven tulipanes en Italia, mientras que los pimientos italianos proceden de los Países Bajos. Puede que desde una lógica economicista unidireccional sea más rentable y suponga alimentos más baratos en los lineales, pero no deja de ser un sindiós.
Quizá con otros productos, desde bolígrafos a ropa o móviles, no podamos elegir la procedencia. Pero con la mayoría de alimentos, sí, y con un diferencial de precio asumible por gran parte de la población. Y para los que no, es el Estado quien debe buscar las soluciones.
Nos han recordado esta semana que el agua sigue siendo un bien escaso. A este paso, los alimentos de kilómetro 0, o 100, o 1000 cuando sea imprescindible, especialmente los frescos, también.