Ante las acusaciones del editor, no puede este tapao menos que volver al internet. Sea dicho es su descarga, la mía, la del tapao, se ha tomado unas ligeras vacaciones, previendo la intensa campaña electoral que se avecina y que, de hecho, ha comenzado ya. Eso sí, volvemos en lunes, no en domingo, para angustiar al editor.
Estaba uno vacacionando por Berlín, relajado y feliz entre cervezas y salchichas, cuando decidió acercarse a la feria Fruit Atraction, para saludar a los expositores aragoneses, o al menos mirar cómo les habían colocado. El estand era curioso, pero [música] chiquitín, chiquitín, si se comparaba con otras comunidades autónomas; especialmente si se considera el poderío de nuestra comunidad autónoma en esto de la producción frutícola. Eso sí, no faltaba Ambar, vino aragonés e incluso jamón de Teruel, si es que conocías a alguien.
Quizá por ello, los aragoneses de Genuine Coconut prefirieron exponer por su cuenta. ¡Hasta se llevaron al cocinero Rubén Martín para que le diera marcha al coco!
Decíamos que ya ha comenzado la campaña electoral. Nada menos que tres veces saludaron al consejero Olona, omnipresente, los plumillas que se dedican al asunto: en la presentación de un recetario ecológico, en la del mes del ternasco y en la del proyecto Garnachas históricas. Siempre escoltado por su comisaria lingüística, que –donde hay patrón– se tiene que limitar a hablar en los corrillos previos o post.
Por partes, me cuentan –¡ojo!, mis fuentes no son necesariamente plumillas, que apenas había tres, y las podrían descubrir–que en el primer sarao se agradeció la brevedad de las diferentes intervenciones de los tres disertadores, el propio Olona, el presidente del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica, también conocido como Aragón Ecológico, Antonio Artal, y el presidente de la Academia Aragonesa de Gastronomía, Ernesto Fabre. Casi habló más el presentador, Carlos Espatolero.
Y le asalta a uno la duda, ¿puede un recetario ser ecológico? La receta sería la misma utilizando productos convencionales. Y parece difícil encontrar bacalao o, almejas o rape certificados con las estrellitas. Y aunque el volumen lleva el logo de Aragón, alimentos nobles, se les ha olvidado el DOP tras la Cebolla de Fuentes DOP o la IGP Ternasco de Aragón IGP. Igual al ser ecológicos…
Nada se dice en el volumen acerca del papel, por lo que uno sospecha que ni siquiera posee el certificado PFEC, que certifica que procede de «bosques gestionados de forma sostenible y fuentes controladas». Gastro Aragón sí, de ahí que uno lo sepa.
Si en La Zarola, donde se presentó el recetario, había más jefes que prensa –y eso que daban comida gratis– en el Urola, donde también la había –y más proteica– se imponían esos a los que llaman influencers. Probablemente no era el mejor escenario para una presentación, debido a la configuración del restaurante, de cuya cocina nada hay que objetar, pues incluso ganó la fase provincial del concurso el año pasado.
Además de la degustación y la abundancia de vino –de Pirineos me cuentan– lo mejor es que tuvimos una definición de lo que es el ternasco asado tradicional, al menos para la IGP –¿o escribimos para el Ternasco de Aragón IGP–. Lo dijo el presidente del Consejo regulador, Juan Carlos Brun, es «aquel plato elaborado y servido con cualquier parte de ternasco, siempre con hueso, asada en horno y acompañada por patatas panadera». ¡Oido cocina!
Y en el tercer sarao, la veterana periodista tuvo que esperar hasta casi el final del evento para saber de qué iba aquella reunión. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Campo de Borja presentaba su más que interesante Garnachas Históricas Project, pero ahí hablaban los jefes–de nuevo Olona–, servían magníficos vinos, pero nadie lo explicaba. Finalmente, el secretario del Consejo Regulador, José Ignacio Gracia, desveló la información –adelantada hace un año– y la periodista pudo disfrutar de los canapés.
El menú, cuya minuta me han regalado, cumplía las normas más o menos –«ternasco IGP»; Trenza de Almúdevar ¿Ya no es C’ALIAL?; «¿exqueisada?», etc.– y os obsequió con gambas y langostinos, que también tenemos –tienen, los que estuvieron–derecho al marisco.
Será cosa de la paridad, o de Carmen Urbano, que confesó recientemente su apuesta por el feminismo en el sector –testigos son los responsables de la mayoría de figuras de calidad de esta comunidad–, pero el caso es que una enorme agencia de marketing, comunicación, publicidad y lo que sea –sí, esa que cambia de nombre casi cada año– ha decidido feminizar al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Campo de Borja, que aparece así en el titular de su nota de prensa. «La CRDO Campo de Borja». Y no debe ser una errata, ya que este feminismo lingüístico se repite también en el texto. Ya puestos también se lían con el nombre de la dirección general de la nueva feminista: «Promoción e Innovación Agroalimentaria», cuando es justo al revés.
Vale que no contraten fotógrafos profesionales en muchas de las presentaciones, pero, al menos, que las fotografías que envían lo sean medianamente. Según me cuentan algunos plumillas unas no se pueden editar pues están bloqueadas; otras oscuras o impublicables, sin el menor interés informativo. Primero acabaron con los periodistas, luego con los fotógrafos…