Según los datos ofrecidos por el Gobierno de Aragón, las ventas de los alimentos de Aragón en los últimos cuatro años han crecido en un 26%, a lo que no parecen ser ajenos los 28 millones que se han invertido esta legislatura en la promoción agroalimentaria. La más alta cantidad en la historia de Aragón que también ha logrado que crezca en Internet las búsquedas de nuestros alimentos; que el 70% de los responsables de compra en hogares aragoneses prefiera consumir productos locales; o que las ventas de alimentos con calidad diferenciada haya crecido un 21%. Y es deseable que estos comportamientos, tanto los aportes económicos de la Administración, como la actitud de los consumidores se mantengan en los próximos años.
Lo que no debe hacernos olvidar la importancia de promocionarse aquí, especialmente cuando la afluencia turística es elevada, como sucede a partir de hoy gracias a la celebración de la Semana Santa. Así lo entiende Horeca Restaurantes, con sus rutas de Gastropasión, y también el Ternasco de Aragón, que pone hoy en el mapa a una veintena de establecimientos que destacan por su oferta de asados del fruto de nuestra más tradicional ganadería.
Dado que los preceptos católicos hacia la alimentación –abstinencias y ayunos– apenas son ya respetados en nuestro país, estos días la ocasión la pintan calva. Es el momento en que los aragoneses debemos convertirnos en embajadores de nuestros productos, de nuestra gastronomía –aquello de compartir el secreto, que decíamos hace algunos años–, brindándosela a quienes nos visiten.
Quien descubre la borraja, jamás la olvida. Pues nada prolonga más el placer de unas vacaciones que remedar las sensaciones palatales al volver a casa, sea a través de un embutido, una conserva, una copa de vino o tratar de cocinar ese plato que comiste allí. Y para ello, nuestros alimentos y productos deben estar fuera, lo que parece que se va consiguiendo, aunque todavía falte mucho.
Toca trabajar. A nosotros estos días como anfitriones, mientras que al resto, todo el año.