Poco se ha escuchado en esta campaña acerca de la gastronomía, más allá de los consabidos tópicos. Eso sí, la candidata a la alcaldía por el PP, Natalia Chueca, la inauguró aprovechando que existe una marca de cervezas artesanas, con la que comparte apellido. Hasta en TikTok aparece con ella. Si gana, esperemos que apoye al sector de las cervezas artesanas, que bastante justos van ya.
Sí han hablado algunos, como Fernando Rivarés, cabeza de lista de Podemos al Ayuntamiento de Zaragoza, acerca de que hay que regular las terrazas hosteleras de la ciudad, que proliferaron tras la pandemia y ahí siguen, invadiendo en exceso el espacio público, incluidas calzadas. Suponemos que el incendio de una de ellas, al parecer intencionado, ha sido una mera casualidad.
Si aún no se ha decidido, quizá este cuestionario le ayude a resolver su voto. A algunos ya lo ha hecho.
Y quizá también debido a la cercanía de las elecciones, el Grupo Fuenclara contraataca con una poderosa campaña de promoción, con notas de prensa y publicidad en los medios, reivindicando lo que aporta a la ciudad, más de seis millones de euros y 120 puestos de trabajo. Lo cierto es que la reciente apertura de su La Tagliatella en el Parque Grande no ha sido muy bien acogida por la ciudadanía. A ver qué pasa con los otros cuatro establecimientos que abrirán pronto en el pulmón de Zaragoza.
Será por influencia del inglés, que gusta poner mayúsculas sin conocimiento, o será por dar más importancia a la palabra. El caso es que crece su uso. Incluso Alimentos de Aragón, que tanto proclama el uso correcto de los nombres de las denominaciones de origen y demás, incurre en el error de esa proliferación de Mayúsculas.
Los nombres de las variedades agronómicas y también el de las razas ganaderas van siempre en minúscula.
Lo dice la Fundación del Español Urgente: «Según la Ortografía de la lengua española, cuando se utiliza un nombre propio para designar un producto asociado con él (como ocurre con las denominaciones de origen), este se convierte en un sustantivo común y se escribe en minúscula: un rioja, un jerez, un burdeos. No obstante, también es posible vino de Rioja, con Rioja en mayúscula, ya que es el topónimo de la región de origen y especifica a qué tipo concreto de vino se refiere.
Las variedades de uva se escriben en minúscula: uva tempranillo, merlot, airén…
Los nombres de bebidas y licores son también sustantivos comunes: mojito, coñac, cava, tequila… Solo se utiliza la mayúscula cuando se refiere a una marca: un ron Cacique, un Jack Daniels…»
Este finde vuelve Zaragoza Florece al Parque Grande y han elegido, entre otras, la flor de azafrán para sus imágenes promocionales. Para futuras ediciones, sugerimos que utilicen también otras relacionadas con la gastronomía, como la alcachofa, que lo es, o las flores de borraja y calabacín.
Eso sí, poca flor comestible –alcachofa o calabacín sin ir más lejos– se ve en la oferta gastronómica de las gastronetas, donde las aragonesas, vaya usted a saber por qué, son minoría. Como si aquí no hubiera suficiente variedad.
Estamos que nos salimos. Mientras faltan trabajadores de base –cocineros y camareros– en hostelería, proliferan los estudios de alta cocina. La Universidad San Jorge, en colaboración con Ramcés González, chef del estrellado Cancook, lanza en septiembre el primer título universitario en Alta Cocina en Aragón. El cocinero está que se sale, pues el mes pasado presentó El Salseo, una cadena delivery de hamburguesas, de las que ha diseñado las recetas y los ingredientes.
Pero, además, Huesca quiere implantar en la ciudad el máster de FP en Alta cocina que se está planteando el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
La ecotienda cooperativa El Bilsaltico ha tenido que cerrar, veinte años después de su creación. Una auténtica pena.
Más no nos entristezcamos, llenos de alegría al observar como nuestros establecimientos y productores van apareciendo en medios de alcance nacional. Así, El Español se hace eco de la proeza de María José Meda y Sebastián Roselló, que mantienen su estrellado restaurante, la Hospedería El Batán, en un pueblo de poco más de cien habitantes.
La nueva sección Gastro, de El País, dedica un amplio reportaje el Moonlight (e)xperimental, donde Borja Insa no deja de sorprender a sus clientes con sus creaciones. Pronto nos dará más agradables sorpresas.
Firmado desde aquí, la Guía Repsol nos descubre un interesante restaurante, Lavedán, en Tramacastilla de Tena, que apuesta por la buena cocina de montaña actualizada.
Por su parte, la web especializada Con Mucha Gula se ocupa de Bodega Pirineos, integrante de la DOP Somontano desde su nacimiento.
No criamos muchos langostinos por estos lares, pero se nos da de coña. Nada menos que los tres premiados en el último Concurso del Langostino de Vinaroz son aragoneses o ejercen en esta tierra. Quedaron en este orden: Torre del Visco, La Era de los Nogales y restaurante Cebo, donde ejerce el oscense-nicaragüense Ariel Mungía.
Dentro de la lista que ha elaborado el Grupo Pascual sobre establecimientos gastronómicos que merece la pena visitar en la España vaciada, se ha colado dos oscenses: Casa Rufino, en Bolea, y el Hotel Restaurante Monrepós, en la autovía, cerca de Nueno.