Al fin una semana con lunes. En realidad no nos afecta mucho a los ociosos como este tapao, pero no deja de ser llamativo que llevemos tres lunes de fiesta prácticamente seguidos: dos en abril y el pasado uno de mayo. Aunque quizá sea una astuta maniobra del Gobierno para ir implantando la semana de cuatro días. Todo podría ser.
Así que nos iremos con nuestro ocio a Fenavin, la más importante feria del vino de España al decir de muchos. Y sí, Aragón, además de las bodegas por su cuenta, contará con el imprescindible estand institucional, al que, a fuerza de verlo, ya nos vamos acostumbrando.
Esperemos que esté mejor ubicado que el que se instaló en el Salón Gourmets, justo al fondo de las instalaciones de Ifema, Se quejaban varios de los expositores de su lejanía, con lo que la afluencia a dicho pabellón, el ocho, era mucho más escasa que en los más cercanos a la entrada principal. Cierto es que se encontraba justo al lado del Centro de Negocios, lo que facilitaba la cita. Y no menos cierto es que el resto de pabellones se veían mucho más concurridos, para satisfacción de quienes alquilaron espacio por su cuenta; alguno de ellos decía que prefería pagar bastante más que compartir el mismo exiguo espacio en el pabellón oficial. Una forma de diferenciarse, decía.
Si el sector del vino ha de confiar en los periodistas aragoneses para su promoción, lo tiene muy negro. Este tapao, aprovechando la presencia de numerosos políticos –elecciones cercanas, ya saben– en la fiesta del Colegio/Asociación de periodistas se coló en la misma. Había comida y bebida gratis, pero constatamos de que la proporción entre copas de cerveza y vino era de al menos 7 a 1. Es verdad que hacía calor y el vino no estaba muy fresco, pero se antoja demasiado desequilibrio a favor de la cerveza.
Según me cuentan, larga, muy larga, resultó la cena de gala de los cocineros aragoneses, en la que destacó una lubina que quizá esperaba a ser noble, pero se quedó en plebeya al no ser aragonesa, como el salmón. Menos mal que no faltó el vino durante las entregas de las numerosas distinciones y discursos; así acabaron varios…
Emocionaron tanto las palabras de Javier Moranegra, de La Fábrica de Solfa, en Beceite, que alguno le pidió el texto; no pudo ser, eran unas simples y sinceras notas con las que trató de dignificar la tan denostada y sobrevalorada sostenibilidad, la palabreja de moda.
Por cierto, nuestro editor recibió su tercer plato por su labor periodística; como no se jubile pronto tendrá una cubertería completa,
Lo políticamente Heraldo de Aragón, correcto, esa memez, llega a la gastronomía. Según informa el cóctel Gestapo, que integraba la oferta del bar del Royal Hideaway Hotel de Canfranc, ha sido eliminado de su carta. No por malo o venenoso, sino por provocar la protesta de varios clientes de fina sensibilidad, entre ellos el cónsul español en Pau. Otros como Espía, Torre Fusileros o Resistencia parece que se mantienen.
Veinte años han hecho falta para que la marca Huerta de Zaragoza sea una realidad. Y mucho menos a esta tienda, que utiliza dicho nombre sin ningún pudor, quizá por desconocimiento, ya que se trata de una marca registrada.
No pudo resistirse la directora general en tomar la palabra en la reciente presentación de la nueva carta desabor aragonés del restaurante Tajo Bajo. Alabó el trabajo de la cocina y la propiedad y obvió la presencia de un tomate rosa de Barbastro en el menú, en forma de salmorejo. O era de bote, o no lo era.
Dice el Diccionario de la Real Academia que quiosco o kiosco es.
- Templete o pabellón en parques o jardines, generalmente abierto por todos sus lados, que entre otros usos ha servido tradicionalmente para celebrar conciertos populares.
- Construcción pequeña que se instala en la calle u otro lugar público para vender en ella periódicos, flores, etc.
A la vista de lo que está autorizando el Ayuntamiento de Zaragoza, tendrá que cambiar los pliegos, o como se diga, y llamar a esas construcciones, como la italianada del Parque Grande, de otra forma.