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SLOW FOOD HUESCA. La olla ferroviaria acerca los productos de proximidad

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ECO Olla ferroviaria 1

Los oscenses disfrutaron de los productos de proximidad guisados lentamente en la olla ferroviaria. Foto: Slow Food Huesca.

 

 

Slow Food Huesca realizó el pasado mes de noviembre una degustación popular del cocido tradicional Olla Ferroviaria con tres variedades.

Unas patatas de Bello al azafrán de Castilsabás, con verduras ecológicas de temporada de la cooperativa La Sazón, aderezadas con aceite ecológico Ecostean. Un potaje de garbanzos de Lierta, con cordero –masito– ecológico de Montearagón, verduras de la cooperativa La Sazón, arroz ecológico de BioPalacín, azafrán de Castilsabás y aceite de Ecostean. Y el tercero, unas alubias montañesas de Buerba, con ternera ecológica de Casa Fes, verduras de la cooperativa La Sazón, azafrán de Castilsabás y aceite de Ecostean.

Una muestra representativa de la despensa de la provincia de Huesca, donde cada vez más productores recuperan cultivos y semillas tradicionales que, por una razón y otra, se estaban perdiendo de manera irremisible.

Los tres platos fueron elaborados in situ en la plaza Concepción Arenal, de la capital oscense, gracias al método de cocción lento slow de la olla ferroviaria.

A fuego lento

Esta manera de cocer a fuego lento surgió como método gastronómico de Mataporquera, vinculado al ferrocarril de la Robla, en el norte de España.

Los antiguos maquinistas y personal ferroviario, para cocinar en los largos trayectos de esta línea, utilizaban el carbón que servía de combustible para las máquinas de vapor, y con él cocinaban durante el trayecto los pucheros con productos de temporada y de la zona.

De esta manera conseguían un plato caliente, nutritivo, completo, sabroso y sano.

Slow Food Huesca ha querido reivindicar la cocina a fuego lento y con productos de proximidad, abogando a su mantra corporativo de alimentarse con productos buenos, limpios y justos.

Dos miembros de la asociación, Carlos y Roberto, construyeron las ollas, una de las cuales también se utilizó, esta vez de la mano del veterano cocinero y socio de Slow Food, Antonio Arazo, para la comida del acto de inauguración del Centro de Innovación Gastronómica de Aragón.

La asociación surgió en Huesca y para toda la provincia en el año 2006, siguiendo los pasos de la ya creada en los años 80 en Italia por Carlo Petrini.

Una labor, que depende de las pequeñas acciones de cada uno, y que al final generan un movimiento mundial de gran valor para la humanidad.

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