Un café en la barra por euro y medio, se convierte en tres en la terraza, de la misma forma que la cerveza ve incrementado su precio de tres a seis euros de tomarla en un sitio o en otro. En el mismo restaurante que un muslo de pollo guisado con puré de patatas cuesta 12,50 euros, por una tortilla con verduras, además de ensalada y patatitas asadas piden 14,50 euros. Son cifras reales de este mismo mes de julio en París.
Desde nuestra perspectiva nacional puede parecer abusivo que se doble o triplique una consumición al servirla en la mesa o la terraza. Sin embargo, no resulta nada extraño y quienes peinen canas recordarán aquello del suplemento de terraza, tan habitual en Zaragoza cuando las mesas salían a la calle.
Es el trabajo, amigo. Servir un café en la barra o tirar una caña apenas requiere un pequeño esfuerzo por parte del camarero. Bastante menor que salir a la terraza, pedir la comanda al cliente, volver adentro a por ella, salir de nuevo y servirla, y volver a salir para traer la cuenta –aquí habitualmente no te hacen pagar como si te fueras a escapar tras beber a última gota–, y quizá una vez más si se te ha olvidado el datafono. Es decir, mucho más rato de trabajo para el camarero, que alguien tendrá que abonar. El cliente, por supuesto.
Sin pensar, cuesta entender que nos pidan menos por un muslo de pollo –de corral y francés, por supuesto–, que de una simple tortilla. Mas, ¡ay amigo!, el plato de pollo va del horno al plato –obviamente ya está guisado–, junto con el montón de puré, mientras que la tortilla hay que hacerla al instante y no valdrá cualquier cocinero, sino uno experimentado.
Quiérese decir que allí, a la hora de establecer las tarifas se tiene en cuenta el valor del trabajo, mientras que por estos lares se deciden los precios más bien en función de la competencia, antes que de un análisis de costes, aunque sea ese anticuado del 3×1, triplicar el precio del producto.
Si nos nuestros hosteleros viajaran con mayor frecuencia, o analizaran lo que ven en otros sitios, quizá podríamos empezar a cambiar un sector que sigue pecando de obsoleto. Donde pagan igual justos que pecadores.