Cada vez es más fácil encontrar productos ecológicos cuando hacemos la compra, hay más y están más visibles en los lineales o mostradores de los comercios. Este método de producción agrícola y ganadero, con beneficios ambientales, económicos y sociales, no ha dejado de crecer en superficie y en consumo.
A escala mundial, su superficie se ha incrementado un 50% desde el 2012, y Europa ha superado ya los 15 millones de hectáreas certificadas en producción ecológica. La apuesta europea por incrementar la superficie y el consumo de los productos ecológicos ya quedó palpable, a través del pacto verde europeo De la granja a la mesa, de ahí que su presencia en nuestras vidas cotidianas vaya cogiendo cada vez más protagonismo.
Además, en esta subida de precios generalizada de los alimentos, el precio de los alimentos ecológicos no ha fluctuado tanto y se ha reducido la diferencia entre lo que cuesta un producto ecológico y uno convencional. Debido principalmente a que la producción ecológica no depende de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, no se ha visto afectada por los vaivenes de precios causados por el encarecimiento de la energía y la interrupción de las importaciones de fertilizantes minerales de Rusia y Bielorrusia, a consecuencia de la guerra en Ucrania.
Aunque esta diferencia de precios se ha recortado, todavía se podría reducir algo más si se invirtieran más recursos en I+D para mejorar sus rendimientos productivos. Por ejemplo, se podrían reinvertir los recursos económicos que nos ahorramos produciendo de manera ecológica, los cuales ya están cuantificados. Según el estudio publicado recientemente por investigadores de la Universidad Técnica de Múnich, respaldado por el Ministerio de Agricultura alemán, Impactos ambientales y climáticos de la agricultura orgánica 1-, la producción ecológica podría ahorrar a los países miles de millones en costos ambientales y climáticos.
Si se cumpliera el objetivo marcado por el pacto verde europeo de que el 25% de la tierra cultivable europea se cultive de forma ecológica en 2030, se podrían ahorrar hasta 4000 millones de euros en costes ambientales y climáticos causados por las emisiones de nitrógeno y gases de efecto invernadero. Al comparar los impactos negativos respectivos de la agricultura ecológica y convencional en el clima y el medio ambiente y ponerles un precio, los investigadores concluyeron que estos costos implícitos de la agricultura son entre 750 y 800 euros más altos por hectárea para la agricultura convencional. Durante un período de diez años, los investigadores siguieron de cerca 40 unidades productivas agrícolas ecológicas y 40 convencionales para recopilar y comparar datos. Las claves para dicho ahorro económico, según los autores del estudio, se deben principalmente a varios factores.
La producción ecológica usa mucho menos nitrógeno, 20 kilos por hectárea, en comparación con un promedio general de 80-100 en Alemania. La agricultura ecológica no utiliza fertilizantes minerales a base de nitrógeno, sino que se basa en orgánicos como estiércol o compost, además de mejorar la fertilidad del suelo a través de ciertos métodos agrícolas. Además consume mucha menos energía, ya que la producción de fertilizantes sintéticos la requiere en alta cantidad.
La capacidad de los suelos agrícolas para almacenar carbono, funcionando como sumideros de carbono, es mayor en las unidades productivas ecológicas. Las técnicas que se utilizan a menudo en la producción ecológica, como lo rotación de cultivos adaptados a las características de la tierra, pueden traer «enormes beneficios de almacenamiento de carbono», según indicó Hülsbergen, uno de los autores del estudio.
También advierten que, aunque la huella de carbono se reduce en los productos ecológicos, su producción es significativamente menor, obteniéndose rendimientos más bajos que su contraparte convencional. Incidiendo en que se deben tomar medidas para ayudar a la producción ecológica a ponerse al día, destinando recursos para la investigación, el desarrollo y la optimización de los sistemas productivos ecológicos.
Y es que todavía se destinan pocos recursos a este sistema productivo agrario. Por ejemplo, en 2010 el Gobierno español únicamente destinó 900 000 euros para investigación en producción ecológica, 60 veces menos dinero que el destinado a financiar investigaciones sobre cultivos y alimentos transgénicos.
No estaría de más poder equiparar los recursos financieros destinados a la producción ecológica con los destinados a otros métodos de cultivo, y más aún cuando se han demostrado sus potencialidades para generar beneficios ambientales, económicos y sociales. Ahora que vienen elecciones podrían tomar nota nuestros políticos.
1 Kurt-Jürgen Hülsbergen et al. Umwelt- und Klimawirkungen des ökologischen Landbaus.