El Molino de Berola apuesta en Vera de Moncayo
por los alimentos de proximidad
Poco a poco, el Molino se ha ido consolidando como el restaurante referente del entorno del Moncayo. Hace ya dieciséis años que Miguel Ángel Ibáñez se hizo con la propiedad, tras años de experiencia en hostelería, imponiendo su filosofía de trabajo, no exenta de cierta somardez aragonesa.
Destaca su poderosa apuesta por los productos de cercanía, cultivados o recogidos por el propio Miguel en no pocas ocasiones. Así la trufa ‒que se encuentra en su mejor momento y será la protagonista de la feria Veratuf dentro de una semana‒ y las setas son, quizá, su punto fuerte, pero también las alubias que cultivan ‒tempranillo y trapera, dos variedades locales–, así como otros productos de su propia huerta, incluida la local achicoria, inolvidable en ensalada con un poco de trufa rallada. El cordero procede de ganaderos cercanos, no falta la caza en varias versiones y para disfrutar de los pescados recurren a las mejores lonjas de los puertos españoles.
El comedor, presidido por un enorme fuego central a modo de cálida chimenea y calefacción, contribuye a esa sensación de cercanía. Apoyada por un servicio eficaz y cercano. No es difícil encontrarse a gente de la zona almorzando ‒abre a las nueve de la mañana‒, cazadores comiendo o aficionados atraídos por la trufa.
La cocina no se plantea excesivas complicidades, ya que se trata de que el producto llegue a la mesa sin muchas transformaciones. La sencillez de una tostada con trufa recién recolectada y aceite aromatizado hasta las carnes a la brasa, pasando por sus pescados horneados, que cada día atraen a más comensales hasta Vera de Moncayo. Pero no hay que perderse propuestas más elaboradas como sus Colmenillas rellenas de foie, el Pimiento casero de cristal asado con aceite de trufa de verdad ‒no el industrial‒, las alubias en cualquiera de sus combinaciones, el pescado que toque ese día –por ejemplo, una lubina de cuatro kilos– o su ya clásico Solomillo de ciervo con salsa de grosellas.
Como no podía ser menos, la DOP Campo de Borja está muy bien representada en su bodega, pero tampoco falta una representación de otras denominaciones aragonesas y españolas.
El Molino de Berola, más allá de la trufa y otros productos singulares, mantiene el encanto de la cocina sencilla, familiar y cercana, con un servicio muy afable. Sin olvidar, por supuesto, el entorno donde se ubica. Merece un desplazamiento y más en temporada, cuando también propone excursiones al monte para ‘cazar’ trufas, además de almuerzos y menús trufados.
El Molino de Berola. Finca de la Aparecida. Ctra Agramonte, s/n. Vera de Moncayo. 976 646 550. . De lunes a viernes: de 9 a 17 horas. Sábados, domingos y festivos: de 9 horas a cierre. Menú especial fin de semana y festivos: 31,50 euros.