Parece claro que el ser humano es omnívoro. No es como el panda que debe alimentarse necesariamente de bambú o las ovejas, que deben pastar en el monte. Puede alimentarse de casi cualquier cosa, por más que fallecerá si ingiere una seta venenosa y de poco le servirá ingerir paja, cual si de una vaca se tratara, ya que apenas le aportará nutrientes.
Lo que no implica que deba comer de todo. Por ahí andan, generalmente repletos de salud vegetarianos, macrobióticos, los que siguen la dieta paleolítica, etc. Sin embargo, son los veganos, militantes muchos de ellos, quienes acaparan lo opinión. Ellos no comen nada en lo que haya intervenido un animal, dado que su dieta se basa en argumentos éticos, antes que nutricionales. De ahí que no prueben la miel, la trufa ‒intervienen perros en su captura‒, ni por supuesto, carne, pescado, leche, huevos, etc.
Una manera de entender la vida que va impregnando a toda la sociedad, de forma que no sorprenda ya esa campañita contra la Festa del Tossino de Albelda, Huesca. Un evento que cumple este domingo 35 ediciones y es Interés Turístico de Aragón desde 2001. Décadas en las que ha evolucionado y asumido las nuevas normativas para convertirse en el encuentro de miles de personas para celebrar nuestra secular cultura porcófila. Vale que la tradición no justifica nada, pero resulta evidente que para disfrutar de unas morcillas necesitamos sacrificar ‒eufemismo que se impuso hace ya mucho tiempo‒ un cerdo; por supuesto, según la legislación vigente.
Somos muchos quienes pensamos que las nuevas generaciones deben saber ‒y ver al menos en una ocasión, como nos ha pasado a sus mayores‒ que las morcillas provienen de la sangre, que ese chorizo que los llega cortado en finas láminas es una mezcla de carne, tocino y especias, o que el jamón dulce fue antaño una pata de cerdo. Y no escribimos de obligación, sino de posibilidad, para quienes conocer más acerca de la procedencia de sus alimentos.
Compartiremos y saborearemos, sí, esa borraja ‒siempre que no usen un mulo o borrico para trabajar la huerta‒, pero déjennos que disfrutemos del bocadillo de longaniza. Omnívoros y respetuosos.