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EL BUSCÓN. Moonlight

Buscón cabecera

Iluminando la be(v)ida

Borja, con su equipo, en la mesa para compartir. Foto: Gabi Orte Chilindrón

 

JMMU

Si fuéramos provincianos, escribiríamos que Zaragoza dispone de un local que podría encontrarse y triunfar en Nueva York, Londres o Berlín. Pero como no lo somos, afirmamos que Zaragoza puede presumir de un espacio para que las personas sensibles y amantes de la bebida –de aquí y de allá, que para eso se encuentra cerca del Pilar– gocen de la misma. Sin complejos, conscientes de que van a disfrutar y a sorprenderse, gracias a un equipo perfectamente engrasado.

Con la aquiescencia de Kase.O y el cocinero Cristian Palacio –de Gente Rara–, las dos otras patas que soportan proyecto, Borja Insa –y su inseparable Rocío Muñoz– ha puesto en marcha uno de sus sueños, pues son muchos más los que acumulan. Aunque el principal no es otro que hacer feliz a la clientela, gracias a su habilidad para combinar bebidas, a las que dota de alma gracias a la profunda reflexión que hay detrás. De la misma forma que tras cada cocina sublime se esconde un discurso, no puede–ni debe– haber bebida sin narrativa. Ya saben B(v)vida, como las jornadas que organizaron el año pasado, cuya segunda edición esperamos con ansiedad.

Y sí, como debe ser, también es feliz el coctelero al preparar, de forma magistral, cualquier combinado clásico: su dry martini es un perfecto ejemplo, pero pueden ponerle a prueba. Los conoce todos.
No obstante, Moonlight esta diseñado para sorprender de otra forma. Desde la decoración, en la que conviven los extraños artilugios que utilizan para sus recetas, hasta la magnífica mesa alta para compartir, donde el cliente tiene la opción de abrirse a los otros, permanecer en su mismidad o relacionarse con sus amistades, pasando por el ambiente musical, en el que se aprecia la mano del músico. Como también se nota la del cocinero en los trampantojos que se ofrecen para acompañar la bebida, mucho más que un mero snack.

A Borja le gusta jugar y compartir los guiños con quien allí acude –por cierto, una más que interesante clientela intergeneracional y variada, algo inusual en Zaragoza– de forma que propone dos formas de acercarse a su actual carta de cócteles: la convencional, para quienes buscan el confort y la ausencia de sorpresas, y la del salto al vacío, para quienes deseen dejarse caer, siquiera por un ratito. La primera explicita el contenido del combinado y lo explica, mientras que la segunda –la que recomendamos desde aquí: salte– apenas sugiere unas ideas: el tiempo, lo natural, el ego, la transparencia. Son los mismos cócteles, sí, donde Borja da vuelta tras vuelta a la tuerca, hasta conseguir perfectas bebidas en las que integra, por ejemplo, el premiado queso Savel, de Arias Moniz, con whisky o la trenza de Almudévar con el ron Zacapa. Diferentes e imposibles de encontrar en cualquier otro sitio.

Todo ello con un equipo que funciona con la precisión de un reloj suizo y la pericia de un zalamero camarero italiano, sabedor de dónde se encuentra y a quién debe atender, que se ha empapado de la peculiar filosofía de la casa, esa por la que rezamos para que se mantenga toda la vida. ¡Gracias maestro y, por más que viajes, no te vayas nunca!

 

Moonlight. Santiago, 30. 50003 Zaragoza. 976 961 209. www. Miércoles y jueves: de 16 a 1 horas; viernes, de 16 a 2 horas; sábados, de 12.30 a 2 horas; domingos: de 12.30 a 24 horas. Recomendable reserva. Cócteles: sobre 12 euros.

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