Entre el «¡Hola chicos! ¿Qué vais a querer?» mientras te señalan el maldito QR y el «Buenas tardes caballeros. ¿Desean tomar alguna cosa?», media un largo trayecto. Especialmente, si se dirigen a un par de sesentones, medianamente conservados, pero con bastantes años a sus espaldas.

Parece que no existe un término medio. Esa obscena familiaridad, que no solamente es generacional, manifiesta una determinada forma de entender la hostelería, basada en el colegueo, que busca una cercanía imposible de lograr en la mayoría de las ocasiones.

Quizá a muchos les asuste esa formalidad en los camareros ‒que no se reduce al uniforme, si lo hay‒, pensado en que establece una relación asimétrica entre el profesional y el cliente. Si está bien lograda ‒como suele suceder en los grandes hoteles‒ marca una buscada relación, temporal y afable, entre quien sirve y el que se servido.

Lamentablemente, los tiempos apuntan hacia ese compadreo que tan poco bien hace al sector. De entrada, hace sospechar escasa profesionalidad, que se suele confirmar ante cualquier pregunta por tonta que sea. «¿La tortilla lleva cebolla?», «Espera, que pregunto en la cocina, me entero y te digo».

Ya sabemos cómo está el sector, la falta de profesionales comprometidos, la necesidad de formación, etc. Pero resulta que estas opciones de servicio apenas se diferencian en los precios. Esté bien tirada, o no, la copa de cerveza ‒¿por cierto, dónde fueron las cañas, que apenas se sirven ya?‒ se pone ya en los tres euros. Y suerte tendrás si no viene perfectamente helada, sin requerirte antes al respecto.

A los bares y restaurantes no vamos únicamente a beber y comer. Buscamos una relación social, con nuestros amigos y acompañantes, por supuesto, pero también con quien nos atiende tras la barra. Que no es nuestro amigo, por cierto; o no, al menos, en ese momento.

Puede que uno ya esté fuera de este mundo de compadres y pantallas, pero sería de desear que cuando sirven a personas mayores, canosas o con arrugas, consideren que son, somos, de otros tiempos. Y no precisamente chicos dados al tuteo. Se agradecerá.