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El público del SoNna Huesca cató ayer buen vino y buena música

Visita a los viñedos de Laus.

 

 

Hubo ayer una conexión especial entre el virtuosismo de esos tres griots del Oeste africano que forman El Trío da Kali (Mali) con un público entregado y un paisaje sobrecogedor, presidido por los viñedos del Somontano, el Monasterio del Pueyo y las cumbres del Pirineo. El balafon de Lassana Diabaté, el bajo (bass ngoni) de Mamadou Kouyaté, y la voz de Hawa Kassé Mady Diabaté resonaron sublimes en los refrescantes exteriores de la Bodega Laus, en el Somontano de Barbastro.

Buena parte del público había disfrutado previamente de una visita y una cata en la Bodega Laus. Vinos jóvenes y frescos de Cabernet Souvignon, Syrah, Garnacha blanca y Garnacha tinta pusieron el preludio perfecto para perder la timidez y disfrutar de la refinada música del Trío da Kali con el espíritu y la mente abiertas. La tarde era perfecta y los calores de primera hora pronto se disiparon. El día era limpio y se veían perfectamente la Peña Montañesa, el Cotiella y el Turbón, dominando el telón de fondo de un paisaje embriagador.

Mali, Senegal, las Guineas, Costa de Marfil, Burkina Faso… Tal y como explicó el director del grupo, Lassana Diabaté, nacido en Guinea Conakry, y uno de los mayores virtuosos del balafon guineano, existe una tradición musical en el Oeste africano que desde el siglo XII encarnan y transmiten los griots, linajes de músicos guardianes de la tradición oral.  Las raíces musicales son idénticas en todo aquel territorio y el Trío da Kali les aporta un estilo de interpretación contemporáneo, amplificado y con influencias también del jazz.

Mady Diabat.

La voz de Mady Diabaté, además de sublime e imposible de alcanzar, sonaba familiar. Uno cerraba los ojos y sentía que oía a cantar a la gran Miriam Makeba. Y el Trío da Kali también sonaba como si ya fueran de los nuestros. El público altoaragonés o de visita en el Alto Aragón es de los más iniciados en la música africana gracias a más de 30 años de Pirineos Sur y de colaboración con Casa África. El oído aprende a disfrutar del virtuosismo ajeno hasta llegar al entusiasmo y algo de esto es lo que sucedió ayer. “Es maravilloso este festival SoNna en medio de la naturaleza. Ojalá podamos volver”, dijo Lassana Diabaté, poco antes del primer bis, un “solo” del balafon que derivó hacia piezas históricas del jazz.

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