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NOS DAN DE COMER. Hermanos Mené

Empezar de cero en la agricultura es imposible

Emilio Mené, con su sobrino mediano, Alejandro Mené. Foto: Gabi Orte Chilindrón.

 

 

 

Allá por los años 90 del pasado siglo, los hermanos Mené fueron muy innovadores al comenzar a comercializar borraja limpia y cortada. Treinta años después siguen creciendo e invirtiendo, con la seguridad de tener relevo generacional.
Hablamos con Emilio Mené, acompañado por Alejandro, hijo de su hermano Vicente.

¿Siempre ha querido trabajar en el campo?

Sí, lo tenía claro. Siempre he ido al campo de crío los veranos, por las tardes y en navidades. Estudiaba y trabajaba en el campo. Después mi madre me mandó a estudiar Auxiliar administrativo, pero desde pequeño he querido trabajar en esto. Con 18 años volví al campo.

¿Qué importancia tiene el campo para ustedes?

Mucha. Mi abuelo y bisabuelo ya dependían de él. Hemos vivido de esto y todavía vivimos hoy. Venimos de una familia de hortelanos de toda la vida, tenemos una tradición muy larga.

¿Cuál es la clave para vivir de la agricultura?

Hay que tener vocación. Hay que echar muchas horas y no mirar el reloj. Además, dependemos del tiempo, de las estaciones, de las propias hortalizas, etc. También hay que venir de una familia de hortelanos, empezar de cero en la agricultura es imposible, necesitas mucho capital. El que se queda suele tener una base detrás. En ese sentido, somos unos privilegiados.

¿Qué es fundamental para su trabajo?

Tener una mentalidad de hortelano. La cultura del trabajo la tenemos desde pequeños, de nuestros padres y abuelos. Eso influye mucho en cómo te realizas como persona. Yo intento transmitírselo a mis hijos y mi hermano a los suyos.

¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de trabajar en la agricultura?

Lo que más me gusta es el producto que sacas y cómo gusta a los demás. Lo que menos cuando hace mal tiempo. El viento es lo que peor llevo.

¿Tiene relevo generacional?

Sí. Están mi hijo y mi hija en el negocio, y por parte de mi hermano están los tres hijos que tiene. Los cinco han decidido seguir con la empresa familiar. Mi hija y mis sobrinos mayores están en el puesto que tenemos en Mercazaragoza. Conmigo en el campo está mi hijo y mi sobrino pequeño.

¿Qué implica que haya relevo generacional?

Si no siguieran ellos ya estaríamos medio parados. Ver que hay continuidad te hace crecer más, invertir. Además, siguen el ritmo perfectamente. Han empezado jóvenes como lo hicimos nosotros, porque tenían bien claro que en el negocio familiar tenían el futuro.

De todos los productos que cultivan, ¿cuáles son sus preferidos?

A mi lo que más me gusta es la sandía y el tomate rosa. Borraja hacemos sobre un millón y medio de kilos al año y me gusta mucho en tempura, aunque de verdura prefiero el cardo, con bechamel o piñones. Tenemos también pepino, calabacín y berenjena. Hace poco hemos empezado con los caracoles. Recetas hay muchas, pero los caracoles fritos son un manjar.

Si retrocediéramos varios años en el tiempo, ¿volvería a dedicarse a esto?

Sí. Mi madre me obligó a estudiar, pero yo quería quedarme y volvería a quedarme.

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