Publicamos los dos relatos ganadores del IV Concurso de Microrrelatos Jorge Hernández, en sus dos categorías, general y estudiantes. Organizado por Slow Food Zaragoza, con el apoyo de Aragón Alimentos Nobles.

 

Evocación

Aquella tarde la esperaban en el café del círculo de Bellas Artes de Madrid. La Pecera era uno de sus lugares favoritos y, en este caso, el elegido para una entrevista con un perfil más personal.

Lola Palá era reconocida en los círculos literarios, pero poco se sabía públicamente, de su vida privada y sus orígenes. Quizás por ello se sorprendería con la última pregunta.

—Señora Aguado, ya para finalizar, dicen que todos tenemos un aroma que nos evoca algún momento de nuestro pasado. ¿Cuál es el suyo?

Cerró los ojos por un instante y sintió como el aire olía a melocotón dulce.

Un aroma sutil, que la envolvía cuando todos esperaban el momento de la recogida en aquellos días templados del mes de septiembre.

Se sentaba en el porche de la casa mirando la casita de pájaro que colgaba de una rama. Mientras la contemplaba pensaba en sus cosas y en cómo disfrutaba su padre en aquel escenario al atardecer. Se plantaba orgulloso ante aquellas filas, caprichosamente infinitas, cargadas de enormes frutos dorados. Los miraba, los elegía y les frotaba con la punta de la chaqueta, la casi imperceptible pelusilla que los recubría. Después, los iba colocando con mucho cuidado en una caja que viajaría con Lola en el coche, junto a las maletas, para volver una vez más a Zaragoza.

Todos los años en esas fechas, dejaba Calanda, pero en el trayecto, el aire, seguía oliendo a melocotón y las filas de frutales agitaban empequeñecidas sus ramas simulando un adiós hasta el próximo verano.

Ganadora.
Mª Asunción García Aranda.

 

Tradición y homenaje

Sopla el cierzo y hace un frío impropio del mes de abril. No me apetece salir de casa, pero me toca comprar la comida de hoy. A cambio, mi madre y mi hermana la prepararán, aunque necesitarán mi ayuda, como todos los años. Mi madre prefiere comprar en tiendas cercanas, así que voy al mercado central. Al menos la señora Milagros ya tendrá preparado el pedido de todos los años.

Cuando llego al mercado me recibe un olor a verduras frescas y jamón. Me dirijo al quinto puesto a la derecha del pasillo central, donde todos los años. Milagros me saluda y me entrega una bolsa. Yo le doy el dinero correspondiente y respondo con una sonrisa a su «que lo disfrutéis, recuerdos para todos». Salgo del mercado cargada con la compra y me entristezco al ver que chispea. A él le encantaba la lluvia.

Llego a casa y dejo la bolsa en la cocina. Mi madre me da las gracias y alaba el género que vende la señora Milagros. «Así da gusto cocinar. ¡Mira qué pinta!». Como todos los años, ayudo a mi hermana a pelar las patatas. Cuando está todo listo, ponemos la mesa y nos sentamos. Empiezo a comer y los recuerdos llegan de golpe. Pienso en todas las veces que he ido a comprar el ternasco y lo he preparado con mi familia, aunque ahora pido una ración menos. Como todos los años, encendemos una vela y ponemos una foto de mi padre. Hace diez años que no está, pero cada 23 de abril, día de su tierra Aragón, sigue presente en el ternasco con patatas que tanto disfrutaba.

Ganador estudiantes. Lucía Urda Palenzuela. Colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza.