Un amante de la cerveza se cuela en esta sección dedicada a winelovers. Aunque él reconoce que le gusta el buen vino, la buena cerveza, el buen cava y el buen coñac. Es Juan José Pérez Iranzo, propietario y alma de la cervecería y restaurante Beerland, un clásico en Zaragoza. Lleva tres décadas al frente y su primer trabajo, a los trece años, también fue en un conocido restaurante de la capital. Ahora, dice estar quemado y cansado tras una pandemia que lo ha cambiado todo. Pero sigue disfrutando de un vino o una caña en su día a día.

«El vino y la cerveza están reñidos»

 

 

 

¿Por qué cree que un amante y defensor de la cerveza es el protagonista de esta sección?

Porque somos amigos; porque estamos en el mundo de la hostelería y tocamos todos los palos. Y porque como hostelero de siempre, me gusta todo, no solo la cerveza.

¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con el vino?

El cuscurro de pan mojado con vino y azúcar que me daba mi padre para merendar. Ahora, pobre, estaría en la cárcel por dar alcohol a un niño de cinco o seis años. Era gracioso porque mi madre nos daba el cuscurro mojado con la leche recién hervida y la nata por la mañana y mi padre, pan con vino por la tarde. Recuerdo a mi padre merendando su pan, su sardina rancia y un vaso de vino. Era la costumbre.

¿Y su primer contacto profesional con el vino?

A los trece años mi madre me dijo: o estudias, o trabajas o te meto a militar. Y comencé a trabajar en el restaurante El Candelas, muy de moda, entonces con el padre de Ana, que lo gestiona ahora. Estuve dos años y, con dieciséis, entré en el Ejército, donde estuve diez. Allí, cuando llegaba la patrona, me juntaba con los amigos y preparaba la sangría. Cuando nos íbamos de maniobras, compraba el queso, el jamón, el vino, el coñac, etc. Vamos, que seguía con la hostelería. A lo mejor me hubiera ido mejor siendo militar. Ya estaría jubilado y cobrando bien.

Usted, ¿qué quería ser de mayor?

Mecánico. Debajo de mi casa había un taller y veía al hombre debajo de los coches cantando. Me encantaba.

¿Cómo le explicaría qué es la felicidad a un niño de siete años?

Pues es que yo creo que, a esa edad, eres feliz con cosas así. Yo veía a los chavales con sus Derbi Barian, sus Vespino. Y la felicidad eran las motos y los coches.

¿Qué parte de responsabilidad tiene el vino en su felicidad actual?

Mucha. Siempre hay un ratico en el que te tomas un vino con un amigo, disfrutas y te olvidas de los problemas del día a día.

Hablar de las emociones del vino ¿es solo imagen?

Tiene un poco de todo. Hay mucha gente que ha hecho muchos cursos y piensa que sabe mucho. Y hay gente como yo, que reconozco que no tengo ni idea, pero bebo mucho y me gusta. El marketing ha hecho daño al vino como MasterChef a la cocina.

¿Cómo se llevan el mundo del vino y el de la cerveza?

El mundo del vino y la cerveza están reñidos como el cocinero y el camarero. Parece que no pueden estar juntos. Hay mucha gente que va a vino y solo a vino. Hay mucha gente que va a cerveza y solo a cerveza. Los menos empiezan con cerveza y se pasan al vino. Somos pocos los que le damos a todo, el resto son raros ¡ja ja ja!

Dicen que todos los españoles llevan dentro un presidente del gobierno y un seleccionador de fútbol. ¿También llevamos ahora un sumiller?

Hablar de sumilleres son palabras mayores. Conozco mucho a Manu Sánchez, que ha dados catas en el Beerland, es un gran profesional. A Ismael Ardid, a Toño Palacio, solo por hablar de expertos de la zona. En la sumillería de Aragón hay gente muy interesante.

¿Se sigue disfrutando del vino cuando se trabaja con el?

En general, soy feliz con buen vino y buena cerveza. Y, por supuesto, soy feliz trabajando con buenos vinos, con buena cerveza, con buen coñac, con buen brandy.

¿Qué le quita el sueño? ¿Qué tal duerme?

Me quita el sueño pagar impuestos, el precio de los alquileres, creer que no llego a pagar las nóminas, mi personal, mi familia.

¿A quién invitaría a un vino? Personaje histórico, público o alguien de su entorno.

A Don Juan, por ser un donjuán como yo.

¿Y quién cree que no se merece ni olerlo?

El presidente de España, Pedro Sánchez, por egoísta y no pensar en los demás.

¿A quién le debe un vino? (Cita pendiente)

No recuerdo tener una cita pendiente. Como estoy tantas horas en el Beerland, tengo muchas opciones de tomar muchos vinos y, además, hay carta blanca.

¿Cómo se ve en diez años?

Jubilado. Cobrando una miseria del Estado, pero jubilado. Tengo 58 años, los cumplí hace dos meses, llevo aquí 29 años, estoy cansado de cuerpo y de cabeza, desanimado, sin ganas, quemado. La pandemia ha sido muy dura y ha cambiado las formas, a los clientes, al personal, el enfoque empresarial. Hasta yo he debido de cambiar. Estoy quemado, desanimado, sin ganas.