Icono del sitio iGastro Aragón: Noticias de gastronomía en Aragón

TINTA DE CALAMAR. Pero tú, ¿en cuántos sitios has trabajado?

Tinta Calamar logo

Hace ya unos años que se jubiló el tío Enrique. El tío Enrique empezó a trabajar en una empresa con catorce años y se jubiló en la misma
con sesenta y cinco. No hace falta ser un lince. Cincuenta y un años en la misma compañía. Se pueden sacar varias conclusiones. Una persona
responsable, hombre de empresa, muy buen trabajador, gran profesional… todas ellas ciertas, pero si a mí me cuentan el caso, veo una más.

El tío Enrique no se dedicaba al mundo de la hostelería. Ese mundo en el que los trabajadores damos vueltas como pirulos y nos conocemos casi todos precisamente porque hemos trabajado en tantos sitios, que hemos coincidido ya hasta con los hijos y padres de nuestros compañeros –también ocurre cuando vas teniendo una edad, claro–.

Hace poco me preguntaban –por supuesto cuestionándose mi lealtad a mis antiguas empresas– que cómo era posible haber trabajado en tantos sitios sin todavía haber cumplido los cincuenta tacos –me faltan tres, por cierto–.

Y la respuesta fue, que menos mal que he sido dieciocho años autónomo, porque de otro modo en mi currículum aparecerían como poco diez pagadores más. Y vamos, si contamos ya los sitios sin contrato… a saber. Mi interlocutor se escandalizó. Era mi intención.

El cocinero, camarero, hostelero… es de culo inquieto y es que la profesión obliga. Pensarán ustedes quizá que nos movemos como palomos de un sitio para otro porque sí. Pues no. Este mundo, señores, es filigrana y poesía. Es frescura, audacia, aprendizaje eterno, inquietudes y muchos bemoles.

Tuve un jefe de cocina hace treinta años que cuando el consideró que no tenía nada más que enseñarme, me mandó a mi casa. A buscar otra cosa. Y no me dijo «despedido». Me dijo, «vuela». Y me contrató precisamente un amigo del mismo, que con el paso del tiempo me hizo lo idéntico. Y en otras empresas, fui yo el que volé por mí mismo.

Me queda la friolera de dieciocho años para jubilarme. A saber cuántas cocinas me quedan por ver, cuánta clientela nueva por conocer, cuántas recetas por aprender, cuántos jefes a los que aguantar, cuántos jefes que me aguanten… cuánto más por volar.

Casi juraría que a día de hoy todavía no me han despedido de ningún lugar en el que he laborado e incluso orado si fuera menester. ¿Lealtad a la empresa ? Un profesional lo da todo.

Y es que, amigos lectores, como decía otro de mis compañeros que todavía pisó más cocinas y más lugares y por supuesto, más países que quien les escribe ¡esto es hostelería!

Salir de la versión móvil