Las jornadas crecen, de Beceite a Calaceite

Los cocineros posan con la organización y ponentes. Foto: Marc Prades.

 

Ya en su tercera edición, las Jornadas Temps del Fesol de Beseit reivindican al Matarraña como un destino gastronómico, además de poner en valor este producto autóctono, una judía blanca de fina piel, cocción rápida y gran mantecosidad, criada en las huertas de esta población turolense, cuyo cultivo estuvo a punto de desaparecer, siendo recuperado hace unos años para ser servidas, casi en exclusiva, en dos restaurantes del Matarraña, La Fábrica de Solfa –Arrabal del Puente, 16. Beceite. 978 850 756– y la Fonda Alcalá –Avda. Cataluña, 49. Calaceite, 978 851 028–. Un proyecto impulsadlo por el incansable Javier Moragrega desde su espectacular hotel de Beceite.

Para demostrar su versatilidad gastronómica, a los dos anteriores se sumó el restaurante Les Moles –Ctra. de la Sénia, km. 2. Ulldecona, Tarragona. 977 573 224–, poseedor de estrella roja y verde en la guía Michelin. Los tres jefes de cocina, Kike Micolau, Ignacio Alcalá y Jeroni Castell, diseñaron un cuidado y variado menú degustación, que fue realzado por los vinos de Lagar de Amprius, también en el Matarraña, cuyo gerente, Víctor Martínez, presentó los siete vinos que se degustaron. Micolau, desde la Fábrica de Solfa presentó en el aperitivo una Sobrasada de fesol y turma, un clásico como Fesol tous –simplemente cocinados, con una cabeza de ajos–, que alegró con yema y papada, y Cocochas de bacalao con su pilpil y fesols. Por su parte, Miguel, de la Fonda Alcalá, preparó una Berlina de humus de fesol y sardina de cubo, aperitivo que evoca un clásico de este establecimiento centenario; también Molleja de ternera a la brasa, escabeche y puré de fesols a la trufa, y el postre Melocotón al vino –de la misma bodega–, ganache de chocolate blanco, bizcocho de café y albahaca. El invitado mostró sus cocina creativa y disruptiva con su Cucurucho helado de fesols y almejas, Fesol, morcilla y chorizo y el sorprendente postre Macarrones de flor de naranjo y boloñesa de fresa con helado.

Previa a la degustación del menú, Cristina Mallor, investigadora de la Unidad de Hortofruticultura del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, CITA, subrayó la importancia de estos encuentros para poner en valor el patrimonio vegetal turolense, de hecho, gracias a la jornada anterior se ha creado un proyecto para poner en valor diferentes legumbres singulares. Mallor coordina también el proyecto Siembra Teruel, para promover y facilitar el cultivo de variedades locales de hortalizas y legumbres en la provincia de Teruel, siendo el Fesol de Beseit es uno de los productos impulsados por este proyecto.

Javier Moragregra, alma de las jornadas. Foto: Marc Prades.

Turismo y agroalimentación singulares

Las jornadas incluían dos visitas guiadas a Calaceite y Beceite, magistralmente narradas por el guía Alberto Moragrega –de Servicios Turísticos Senda–, que describió sus caserones en piedra, los paisajes configurados por el agua, las batallas y enfrentamientos a lo largo de la historia, las fábricas de papel en Beceite o los molinos desaparecidos en Calaceite. Un sinnúmero de historias que justifican otra visita al Matarraña.

Pero había más, como la cata de aceite ofrecida por Mas dels Castellans, cuya cuarta generación, además de continuar con la elaboración de aceite de oliva, propone actividades de oleoturismo, como recorridos en segway entre los olivos. Marc Hernández ofreció una degustación de las variedades empeltre, arbequina y picual, que son las que cultivan, además de la griega koroneiki.

Desde Fórnoles, Eduard Ferreré elabora unos curiosos vinos en una cueva, a partir de viñedos de entre 500 y 700 metros de altitud. Es Bodegas Mussols, que cada año elabora unas 3000 botellas, siempre con marcas diferentes, y pequeñas tiradas. Vinos ancestrales espumosos o de crianza, blancos brisados, tintos efímeros. Una singularidad en pleno corazón del Matarraña.

Por su parte, desde Bodega Mas de Torubio, Enrique Monreal apuesta por la garnacha peluda, una variedad autóctona de la zona. Su curiosa bodega se ubica en un caserón en pleno centro de Cretas, donde concentran sus actividades enoturísticas. Orientados a una viticultura ecológica, elaboran blancos, rosados y tintos de uno o dos años de vida, con Xado y Lo Pou como marcas principales.

Finalmente, Micolau demostró en La Fábrica, que presume de su sol Repsol, que hay cocina más allá de los fesols, con platos como Arroz meloso de conejo con su paté de higaditos, Delicias de cerdo duroc, Carrillera de atún rojo con culís de calabaza o el Suflé de chocolate blanco con pistachos y helado de coco.