Dice el Ministerio de Agricultura y Alimentación en su más reciente informe Consumo Alimentario en España que el consumo per cápita de vino y bebidas derivadas ha disminuido en un 4,8% en el año 2023, lo cual representa una reducción de 0,43 litros por persona y nos quedamos en unos miserables 8,48 litros por barba. Telita.

Mientras el tinto parece seguir en barrena, el rosado se salva de la crisis y nuestro país, junto con Francia, saca pecho siendo los claros dominadores de su producción. A nivel mundial, se ha pasado de 18,3 millones de hectolitros en los últimos años, a los 22,9 actuales. El pico tuvo lugar en 2018 cuando se llegó a los 23,1 millones… pero a pesar de los pesares, se mantiene el tipo aún con un importante pero.
En nuestro país producimos el 20% del total mundial pero sólo consumimos el 2,5% del total global. Por ello, sacamos pecho a la hora de sacar botellas pero pocas se quedan aquí. O lo que es lo mismo, somos uno de los líderes en volumen y unos blandengues descorchando.

Sin embargo, con lo que encontramos en el mercado, tendríamos que ser mucho más espléndidos con su consumo. Porque pocos vinos cumplen una relación calidad- precio- placer como la que ofrecen los rosados.

El precio medio de los que se elaboran en nuestro país está muy por debajo de los 10 euros. Quiero decir, que por cuatro perras tienes unos vinos que son golosina pura. Y en los meses en los que más aprieta el calor, que por esto del calentamiento global son más, apetecen y de qué manera.

En Aragón, a modo de ejemplo, el más caro que encontramos es Anayón Garnacha –Grandes Vinos, DOP Cariñena–. Sus 18 euros no son porque sí, ya que hablamos de un vino elaborado a partir de viñedos de más de 70 años que fermenta en tinas de madera de 2000 litros y permanece seis meses en barricas de roble americano. Se aleja de lo que solemos pedirle a un rosado porque, además de frescura y frutas a saco, hay madurez, mucha complejidad, elegancia y más untuosidad de lo normal.

Otro de los que me pierden, que está en el ranking de aragoneses con precios más elevados –que ya ves– y que mantiene una exquisita homogeneidad año tras año, es 12 Lunas Rosado –El Grillo y La Luna, DOP Somontano–. Solo la variedad syrah compone este vinazo en el que la fruta explota directamente en nariz y todas esas chuches rojas y picotas que se le piden a un rosado salen a borbotones. Hasta un punto de pomelo. Un regalo de intensidad, longitud y frescura por 10,90 euros.

En ese mismo precio está una delicada rareza porque el que sale de Bodegas Bodem, DOP Cariñena,, bajo la marca Las Margas, es el único rosado elaborado a partir de vidadillo que existe en el mercado. Frutos rojos maduros y flores secas en nariz, con una boca refrescante y tensa, son las cartas de presentación de este vino que rinde homenaje a esta antiquísima variedad.

Tal vez estos tres sean algunos –que no todos– de los más especiales que se manufacturan en nuestra comunidad. Pero la retahíla de rosados que podemos encontrar es amplísima. E insisto, con una relación calidad- precio- placer incuestionable.

Según las previsiones de las próximas semanas, tenemos calor para rato. Aunque si os digo la verdad, poco influye la temperatura porque los rosados están para que incrementemos ese escaso porcentaje de consumo haga el tiempo que haga.