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WINER LOVER: Francisco Orós

Wine lover

Respeto, educación y opinión constructiva. Son los tres valores que rigen el blog Vinos pausados, según su autor, Francisco Orós, veterinario de profesión y winelover declarado.
Se define como autoexigente y, en estos once años, ha cumplido dos condiciones más. Si a él no le gusta, un artículo no se publica; y nunca escribe mal de nadie. Porque dice que no soporta lo de «este vino es malo o no me gusta». Porque, para él, detrás de cada botella, hay mucho esfuerzo.

«Del vino nunca se acaba de aprender»

 

¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con el vino?

Teniendo en cuenta que me crié en una taberna, es fácil. Pasé mi niñez, adolescencia y juventud entre barricas en la taberna familiar que luego fue bar, casa de comidas y restaurante. Allí mi madre, mi padre o yo mismo echábamos el clarete o el tinto. Recuerdo que me hacía gracia dos productos: un revuelto y una angelita. Eso es antropología del vino y la gente de mi generación sabrá lo que son. Eran cócteles, primigenios, primarios si quieres, pero eran el origen. Y la gente desayunaba con ellos.

Usted, ¿qué quería ser de mayor?

Nunca lo tuve muy claro, nunca hubo un predilección por una profesión. Soy veterinario clínico de pequeños animales; aunque dudé si ser médico, no sabía bien a qué dedicarme. Lo que no pensaba para nada era en dedicarme a algo relacionado con el vino. Y eso que mi abuelo paterno tenía viñas en Paniza. Pero mi padre no tuvo relación con el pueblo y esas viñas las acabó trabajando un primo segundo que terminó adquiriéndolas.

¿Cómo le explicaría qué es la felicidad a un niño de siete años?

Haz lo que te guste.

¿Qué parte de responsabilidad tiene el vino en su felicidad actual?

Me permite, para empezar, conocer a gente distinta de mi ámbito profesional al que estoy atado día y noche. El vino me permite conocer otros mundos y el del vino es maravilloso: abres una ventanita y descubres que hay un universo al otro lado, aprendes más cosas y descubres que hay otro universo como el del Jerez, tan distinto a los vinos tranquilos. De vino, nunca se acaba de aprender. Comencé el blog en 2013 tras visitar unas bodegas en La Rioja. Decidí escribir como aficionado, le mandé un post a unos amigos y me animaron a seguir. Al poco tiempo me di cuenta de que tenía que formarme y me matriculé en un curso de cata. Y de ahí a otro, a visitas a bodegas.

Hablar de las emociones del vino ¿es solo imagen?

En realidad, no, pero necesitas tener información. No solo te sirve lo que te encuentras en la copa de vino, para eso me parece fundamental conocer al viticultor, no al comercial. Te va a explicar el origen de la viña, que era de su abuelo, que lo cultiva de esta manera y no de la otra; eso te permite situarte en la viña, aunque no estés. La magia es conseguir embotellar el paisaje y que, con una mínima explicación, puedas trasladarte allí y sentir las mismas emociones. No es marketing, es la realidad. Pero no todos los vinos transmiten emociones.

Dicen que todos los españoles llevan dentro un presidente del gobierno y un seleccionador de fútbol. ¿También llevamos ahora un (falso) sumiller, alguien que cree saber de vino?

Creo que nunca se acaba de aprender de vino. Por lo tanto, decir que sabes de vino es un poco arriesgado, incluso un poco pedante. Cada uno tiene sus gustos y un mismo vino no gusta a todos. Incluso una misma persona toma un mismo vino y le parece especial por el momento o la compañía y, en otro lugar, no le dice nada. Lo importante es que exista la curiosidad individual de querer aprender. Nadie aprende a catar en un curso de cata. Hay que catar, y catar, y catar, y compartir con los compañeros del mismo nivel para tener ese feedback.

¿Qué le quita el sueño? ¿Qué tal duerme?

Llegar a fin de mes casi siempre. El sector está muy complicado. Los autónomos lo tenemos difícil.
¿A quién invitaría a un vino? Personaje histórico, público o alguien de su entorno.
A Jesucristo, me parece el eje cardinal de la civilización occidental, al margen de creencias. Y, bueno, el vino en el Nuevo Testamento tiene bastante importancia. Creo que una buena botella de vino con Jesucristo daría para una charla larga y tendida.

¿Y quién cree que no se merece ni olerlo?

El mentiroso, el traidor, y el que se olvida de su pasado, su familia, su tierra y su país.

¿A quién le debe un vino? (Cita pendiente)

Siempre considero que tengo un vino pendiente con Natalia, con mi mujer, que es un poco la que me respalda en esto. Ella también es veterinaria y, gracias a ella, yo me puedo ausentar de la clínica para ir a catas,o una visita. Sin duda, es mi soporte, mi refugio. Y para ese vino que le debo, elegiría un chardonnay con crianza en barrica y nos lo tomaríamos en el Pirineo.

¿Qué ha hecho últimamente para hacer feliz a alguien?

Yo diría que soy un poco egoísta. Creo que lo primero que busco es mi felicidad y la de los que están conmigo. No tenemos hijos, somos un núcleo familiar pequeñito, así que, para mi, la felicidad prioritaria es la de la gente más cercana. El día a día no te permite tener grandes gestos. Y luego, echas la vista atrás y te arrepientes de cosas que podías haber hecho mejor. Imagino que es la condición humana.

¿Qué tres elementos no pueden faltar en una noche perfecta de verano?

Ha salido ya antes: Natalia, una botella de chardonnay y el Pirineo.

Cómo se ve en diez años?

Laboralmente, muy parecido a ahora porque se está complicando el tema de la jubilación Si puedo soñar, me gustaría ser presentador de un programa de televisión en el que el vino fuera el hilo conductor, pero que se contaran cosas de gastronomía, paisaje, historia. Veo esos programas y me dan mucha envidia

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