Ya sabrán que Agatha Ruiz de la Prada diseñó hace unos meses los uniformes del chef Ramsés González. Continúa el idilio entre ellos: en la revista Hola, en su apartado de gastronomía, la diseñadora adapta una receta del cocinero aragonés, Tomates de ayer, hoy y mañana, jugo de tomate verde, hierbas y granizado. Y opta por su restaurante como uno de sus tres favoritos: «Cancook, de Ramsés González Méndez, en Zaragoza; Fierro, de Carito Lourenço, en Valencia, y Table, de Bruno Verjus, en París, elegido el tercer mejor restaurante del mundo».
Por cierto, el cocinero prepara la «apertura de dos nuevos establecimientos, en concreto, en el Hotel Santa Ana. El primero, Rambar, está destinado a platos más distendidos; y en el segundo, Árido, ubicado en la bodega, se podrá disfrutar de un menú degustación que aspira a conseguir ser distinguido con la Estrella Michelin, siguiendo la estela del Cankook. Ambos han sido inaugurados este viernes con una gran fiesta», según informa El Periódico de Aragón.
El editor de estas páginas, es uno de los que aparecen en la sección Pollerías (verano 2024) de la web El Pollo Urbano. Escriben que dijo, como una de las ilustre personas que acudieron a la zaragozana Feria de libro –este tapao ha podido constatar que hace décadas que no acude a ninguna–, lo siguiente: «Dicen los expertos que un pueblo que no se ilustra corre el riesgo de embrutecerse. Pero seamos realistas, pues un pueblo que no tiene nada que leer no es en absoluto más peligroso que aquel otro que carece de algo para masticar. ¿Alguien duda de que al pueblo llano se le calienta la cabeza justo cuando se le enfría la cocina?». Consultado, no reniega de las palabras que jamás dijo, pero sí del calificativo crítico gastronómico, con el que le adjetiva. Y se ofrece para aportar alguna foto más actual, pues no quiere remedar a Jordi Hurtado: ¡La imagen es de hace catorce años! Y Urtasun es el de enmedio, por si había alguna duda.
Apenas hace quince días que el restaurante Lillas Pastia se ha trasladado unos metros, al que fuera restaurante Pukkel, en la trasera del Casi de Huesca, donde nació en 1995 este estrellado y soleado restaurante. Si en su web han actualizado la dirección, no lo han hecho con las fotografías y textos, que lo siguen ubicando en el Casino; por su parte, el facebook del restaurante está sin actividad desde hace un año.
Las malas lenguas afirman que el traslado ha sido debido a la imposible convivencia con el Flor, que también se trasladó recientemente al mismo espacio, con peligro evidente de perder la estrella.
Pero este tapao ya escuchó hace bastante tiempo a Carmelo Bosque especular con el traslado del Lillas a una ubicación mucho más diminuta, para así poder ofrecer un mejor servicio. Y también lo escribió Javier García Antón, siempre tan enterado de lo que se cuece por Huesca, en una de las entradas de su El diario de Huesca. Era marzo de 2023.
Antaño se llamaban Los Vitorinos, como da fe su facebook, pero con la llegada de la familia Palomares, se reconvierte en Los Victorinos, con nueva página en facebook. Se llame como se llame, lo importante es que las tapas siguen estando buenas.
Este tapao, francófilo confeso, es de los que disfrutó con la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, repleta de guiños, referencias culturales y más de una sutil coña. De lo que se ha hablado menos es del restaurante de la Villa Olímpica, cómo no, el más grande del mundo. Puede comer 3500 personas, deportistas y acompañantes se supone, durante las 24 horas del día. Y no es un caterin. El 80% del producto es local, las baguettes de pan y los cruasanes se hornean allí. Todo ello con la colaboración de afamados cocineros –Alexandre Mazzis, tres estrellas en su restaurante marsellés AM, además de Akrame Benallal, una estrellas en Parí, y Amandine Chaignot, la reina de los bistrots parisinos.
Elaborarán cocina francesa, asiática, afrocaribeña y del mundo, pero, como concesión, los amantes de pizzas y hamburguesas también tendrán su espacio.
Aunque no por ello, deja de haber problemas, como informa la Cadena Ser.
Es lo que tiene ser tapao, que uno no fue invitado a la fiesta que se celebró en Casa Pascualillo con motivo de los cien números de Gastro Aragón. Pero uno, que se enteró, se dejó caer por el Tubo ese 18 de julio –¡vaya fecha la elegida! por Gabi Orte y Marta Tornos, organizadores del sarao, con la complicidad de David Baldrich y Ana Caudevilla– para comprobar cómo engañaban al director y editor del bimestral, que creía acudir a una reunión de trabajo.
Obviamente no estaban todos, pero quienes estaban lo eran. Larga vida a la publicación.
Buen reportaje el que ofrece Raquel Bonilla en La Razón, Estas son las Cinco Villas inolvidables que no hay que perderse en un viaje a la provincia de Zaragoza. Bien asesorada, nos recuerda que «si somos amantes de la gastronomía, nuestros pasos deben guiarnos hasta uno de los restaurantes más especiales de la comarca y uno de los más prometedores de Aragón: Gratal. No es una exageración, pues el don de David Fernández, con varios premios ya en su despensa, bien merece una pausada visita. Sin prisa y con la mente abierta, ya que el joven cocinero propone una cocina apegada a la tierra, que se abastece del producto de proximidad de la comarca, pero con una originalidad en la presentación y en la fusión de sabores que quita el hipo. Su menú degustación resulta, simplemente, espectacular y una de las obligaciones de cualquier viajero».
Y, ya en Biel, «ese recorrido es perfecto después de haberse sentado a la mesa del restaurante El Caserío de Biel, una joya gastronómica para los amantes de la caza, de las setas y de la cocina con pasión, pues ese es el ingrediente que marca la diferencia en los fogones de Luis Romeo, un veinteañero que decidió volver a sus raíces para cumplir el sueño de convertirse en cocinero. Y vaya que si lo ha cumplido, pues a punto de celebrar su 30 años ya se ha convertido en una de las promesas más punteras de la gastronomía aragonesa, capaz de deleitar al comensal con recetas como el canelón de pasta fresca relleno de jabalí estofado en ragout de vino tinto, las albóndigas caseras de corzo en salsa de cebolla caramelizada o la espectacular tarta de queso casera con la que se saltan las lágrimas. Inolvidable».
Y en Sos, «el mismo mimo que demuestra con cada viajero Fernando, alma máter del Hostal Las Coronas. Este establecimiento es todo un clásico de la localidad tanto para dormir como para comer, gracias a las delicias que el mismo Fernando elabora en su cocina, como la ensalada de codorniz escabechada, los trigueros con mollejas de pato, la piruleta de foie o el cordero al chilindrón, por citar solo algunos».
Este tapao no hubiera podido mejorar la selección.