Recientemente, como en muchas otras ciudades españolas, veíamos en las marquesinas publicitarias una foto de una fruta podrida en la que aparecía el siguiente mensaje: Los mercados se mueren. Reclama tu mercado para que sea público, local, justo y verde, de la ONG Justicia Alimentaria. Ligado a dicha campaña, se publicó también el informe ¡Reclama tú mercado! En él se analizaba la situación de los mercados municipales de la ciudad de Barcelona, siendo extrapolables al resto de las ciudades españolas, ya que todos han quedado relegados a algo testimonial dentro del sistema alimentario actual, perdiendo cuota de mercado año tras año.
Advierten que a menudo, se vende el supermercadismo como un sistema que ha aportado una serie de ventajas relacionadas con la eficiencia de la cadena de suministro, que permite ofrecer precios más bajos, algo que resulta altamente discutible. En todo caso, lo que es evidente es que ha provocado un aumento de la oferta de productos alimentarios procesados entre otras cosas. Diversos estudios muestran que comprar en supermercados está ligado a niveles más altos de sobrepeso y obesidad, especialmente para las personas con bajos ingresos, que son más susceptibles a los precios y aprovechan los alimentos procesados más baratos que se venden en ellos. En el mismo sentido, pero a la inversa, cuando se aumenta la presencia de alimentos frescos en una ciudad se detecta una correlación positiva entre las compras en los puntos de venta y un aumento de la ingesta de frutas y verduras frescas, así como una actitud más positiva hacia una alimentación saludable.
Desde el informe proponen recuperar la función de servicio público para la que fueron creados los mercados municipales. Una función pública que las administraciones tienen la obligación de cumplir. Los mercados municipales tendrían que ofrecer alimentación saludable, fresca, local, producida en agroecosistemas sostenibles y, sobre todo, a precios asequibles para las clases populares. Es necesario, pues, recuperar el control público sobre los mercados municipales, impulsar políticas para transformar la actual red de mercados municipales en infraestructuras conectadas a los sistemas alimentarios locales, que permitan ofrecer una alimentación saludable, asequible y de proximidad a la población. Hace ya más de once años, escribí un artículo en Gastro Aragón titulado ¿Los supermercados crean empleo? En el citaba varios estudios que señalaban que la apertura de supermercados y/o centros comerciales implicaba el cierre de tiendas y comercios locales y, en consecuencia, la pérdida de puestos de trabajo.
Asimismo indicaba que, si desaparece el pequeño comercio, disminuyen también los ingresos en la comunidad, ya que la compra en una tienda de barrio, a diferencia de la compra en una gran superficie, repercute en mayor medida en la economía local. Según un estudio de Friends of the Earth, 2005, en Gran Bretaña, un 50% de los beneficios en el comercio a pequeña escala retorna al municipio, normalmente a través de la compra de productos locales, salarios de los trabajadores y dinero gastado en otros negocios, mientras que las empresas de la gran distribución reinvierten tan solo un mediocre 5%.
En Zaragoza afortunadamente ha habido iniciativas que han intentado revertir esta tendencia –Mercado Central, Mercado de San Vicente de Paúl, Mercado de Valdespartera, Volveremos…–. Hace más de una década también escribí un artículo –Zaragoza se sube al carro de las ciudades europeas–, en el que felicitaba a la ciudad de Zaragoza por crear la Muestra Agroecológica, situándola a la vanguardia, como muchas otras ciudades –Nueva York, Roma, París, Londres o Berlín– en normalizar y potenciar una práctica habitual de consumo, tristemente perdida, como es que los productores sean los que venden directamente los productos que ellos cultivan. ¡Y ya llevan quince años haciéndolo– No todo este perdido, sólo hace falta voluntad política y que los consumidores apostemos por estos modelos de consumo, para no dejar que los mercados municipales se hundan.
En vacaciones también, ya que no hay nada más placentero que dejarse caer por alguno de los mercados municipales de nuestros destinos turísticos. Disfrútenlos, ya que son los únicos capaces de garantizar una alimentación saludable, asequible y de proximidad a la población.