El análisis de los suelos es muy habitual en viticultura. Aquí, el experto francés Laurent Duret lo estudia en Aguarón, bajo un viñedo de garnacha.

 

Todos tenemos claro que los suelos son los que dan soporte físico y proporcionan alimento a plantas, arboles y arbustos, así como a una parte no menos importante de macrofauna –lombrices, hormigas– y mesofauna –ácaros, nematodos,…– que habitan en ellos. De la salud de estos, tanto del propio suelo como la de sus habitantes, depende la salud de nuestros alimentos. Los suelos proporcionan nutrientes esenciales, agua, oxígeno y soporte físico a las plantas que cultivamos, y sirven de sumidero de carbono ayudando a mitigar el cambio climático. La comunidad de organismos que viven en él también tiene un papel fundamental, ya que ayudan a controlar plagas, enfermedades y malas hierbas de las plantas que cultivamos, reciclan nutrientes esenciales para las plantas y favorecen la estructura del suelo y la infiltración del agua de lluvia o de riego, contribuyendo a reducir su erosión.

No podemos olvidar que más del 95% de los alimentos se han producido directa o indirectamente en nuestros suelos. En los últimos años los avances tecnológicos han favorecido un aumento en la producción de los alimentos, pero a su vez en ocasiones a costa de un impacto negativo en los suelos, poniendo en riesgo nuestra capacidad de producción en un futuro. El sector agrario aplica ahora un 80% más de plaguicidas que en 1990. Actualmente se usan alrededor de cuatro millones de toneladas. La mitad de ellas son herbicidas, un tercio insecticidas y un 17% fungicidas.

Los resultados de un estudio realizado recientemente por un equipo de investigadores de la Universidad de Wageningen en Países Bajos, y publicado en Environmental Science and Technology, muestran que casi todos los suelos europeos contienen mezclas de residuos de pesticidas y que la manera de calcular su presencia puede no ser fiable. La agricultura convencional deja en los suelos concentraciones inesperadamente altas de los pesticidas que utiliza para su producción. Muy por encima de lo estimado para autorizar esos compuestos, según los investigadores del estudio. El trabajo ha estudiado el suelo de diferentes ubicaciones europeas. De los 207 casos que analizaron, el 41% presentó concentraciones del pesticida más allá de lo esperable, en otro 16% ese umbral se rebasó entre dos y siete veces, en otro 7,5% la superación varió entre siete y diez y en un 4,5% se fue por encima de las diez veces.

El estudio también muestra que las concentraciones detectadas en fincas de agricultura ecológica –frente a las convencionales– son unas cinco veces inferiores. De hecho, los investigadores hallaron mezclas de pesticidas en un 89% de las fincas de agricultura convencional y en un 38% de las unidades productivas en régimen ecológico. El estudio pone el foco sobre la importancia de abordar el problema de los residuos de pesticidas, tanto para la salud de los propios suelos como para la del ser humano.

Estas advertencias son todavía más importantes en el actual contexto político de reducción de las políticas medio ambientales, donde la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo están siendo usados como arma política. Uno de sus objetivos más ambiciosos era el de reducir el uso de pesticidas en un 50% para el año 2030 respecto al promedio 2015-2017, quedándose en agua de borrajas. La salud de los suelos tiene una influencia directa en la calidad y la cantidad de nutrientes de nuestros cultivos, y por lo tanto de nuestros alimentos. A ver si tomamos consciencia de la importancia de cuidar su salud, ya que son los encargados de suministrarnos los alimentos, entre otras muchas cosas, influyendo directamente en nuestra salud, independientemente de cuál sea nuestra orientación política, ya que tanto a unos como a otros nos afecta por igual ¿lo tenemos claro no?