Zaragozano tenía que ser, por más que lleve más de media vida alejado del Ebro, con lo que la distancia ha pulido esa mirada somarda sobre la gastronomía que ilustra –bastante–, analiza –mucho– y divierte –mucho más–. Bajo el seudónimo de Remartini –no se esconde– se encuentra el periodista y cocinero doméstico David Remartínez que se ha atrevido, ¡al fin!, a recordarnos que el rey está desnudo.
A lo largo de sus páginas el autor reivindica la gastronomía como placer, sin mayores pijotadas. Digno heredero de Vázquez Montalbán y Pla, aunque con más sentido del humor, no esconde su erudición, pero tampoco presume de ella, como sí lo hace el repulsivo Gastromonguer que nos atrapa desde las primeras páginas. Remartini se aplica en desmontar los numerosos mitos que pueblan nuestra denominada cultura gastronómica que, en demasiadas ocasiones, no pasa de ser una pose o moda.
Iconoclasta, tan pronto ataca la riojitis, como defiende, provocando con sus insólitos argumentos, la comida industrial. Disfruta con la cocina tradicional –si es que exite, matiza–, pero no rechazará probar alguna modernidad globalizadora, aunque después le suelte una inconveniencia al cocinero. Dispuesto siempre a sorprenderse, disfrutón como si no hubiera un mañana, el autor vuelca su ingenio en frases inolvidables: «El periodista gastronómico escribe para que le paguen; el bloguero, para que le adulen; y el escritor, para engullir gratis»; «beber vino sin esperar que te afecte el ánimo carece de sentido»; «Mi amigo, de esos que se acostarían con María Moliner aun sin saber que pinta tenía». Y así.
Y siempre con un poderoso discurso desmitificador, aparentemente deshilvanado, pero coherente a lo largo de los diferentes capítulos, donde aborda el vino, la cocina tradicional, los comunicadores gastronómicos, la comida industrial, cocinar en casa. Todo ello entreverado con divertidos relatos cortos que le sirven, generalmente desde la ironía, para bucear en las diversas y amplias contradicciones que implica nuestra relación con la comida y la bebida.
«Porque los españoles, como ya sabemos, no estamos acostumbrados a pensar. Preferimos los mitos. El de cómo cocinaban nuestras abuelas o el de cómo hemos convertido la cocina en un arte mayúsculo». El libro que a uno le hubiera gustado escribir. JMMU.
La ficha
La puta gastronomía. Remartini (David Remartínez Martínez). El Desvelo ediciones. Santander, 2019. 238 páginas. 20 euros.