Son muchas las décadas que nuestros agricultores y ganaderos llevan saliendo a la calle para visibilizar sus justas reivindicaciones. Que vienen a ser muy parecidas a las que se gritaban en la denominada ‘guerra del panizo’, en plena transición, que dio lugar al nacimiento de UAGA.
Poco parece haber cambiado desde entonces, sin embargo hay una consideración que resulta muy reveladora de los tiempos que corren. Hasta no hace mucho les bastaba a estos profesionales con denominarse agricultores y ganaderos, en ocasiones incidiendo en su carácter de empresa familiar. Desde hace unos años, no muchos, ponen en valor su condición de ‘productores de alimentos’.
Constatando, tristemente, que la mayoría de la población apenas sabe cuál es su función. Hace cincuenta años todos sabíamos de dónde venía lo que comíamos, mayormente del entorno cercano, siendo comercializados esos alimentos en tiendas –el concepto de proximidad nace después− o pequeñas cadenas de supermercados. Hoy resulta necesario explicarlo.
Vivimos en una sociedad en la que la producción se aleja cada vez más del consumo. De la misma forma que la ropa se produce en países asiáticos para que ignoremos cómo logran que sea tan barata, lo que comemos tiende a desplazarse a otros territorios, donde resulta más económico generarlos. Especialmente, si no se tienen en cuenta asuntos medioambientales, gastos de desplazamiento, condiciones laborales, aniquilación de culturas y usos locales, etc.
Además de optimizar beneficios, las empresas logran así diluir el conocimiento de la cadena alimentaria. Nuestra alfalfa se va para los caballos árabes, mientras que aquí llega soja estadounidense para alimentar a los tocinos industriales. Tiramos fruta del Cinca porque nadie la compra, pero la italiana se consume en hospitales aragoneses.
Han logrado que hayamos perdido la comprensión de nuestro entorno, por lo que resulta imprescindible que, cada vez más, nos recuerden quienes y dónde producen nuestros alimentos. Sin los que no podríamos vivir, al menos de una forma saludable.