Que un Rolex da la hora, nadie lo duda, pero pocos serán quienes se lo compren exclusivamente para saber en qué momento del día viven. Y un Ferrari también sirve para irse a tomar el café en el pueblo o repartir madalenas, mas pocos lo usan así. Quiérese decir que las cosas, además de su valor original, tienen más discursos.
De ahí que sea poco comprensible la respuesta ante el alza de precios del restaurante DiverXo, sea el 10, sea del 30%. A un restaurante ‘gastronómico’, como este, de tres estrellas y alto nivel, no se va, precisamente, para alimentarse. Sino para vivir experiencias sensoriales únicas y diferentes.
Por otra parte, cabría comparar las minutas de nuestros restaurantes señeros con los de otros países de nuestro entorno, Portugal, Italia o Francia, sin ir más lejos; los de aquí notablemente más ajustados. O como ha recordado Daviz Muñoz, que satisfacer los costes salariales y de espacio exclusivo –y no los alimentos– son los causantes de dicha subida. Ofrecer menajes singulares y un espacio único, además de contar con un personal razonablemente retribuido, es lo que tiene.
Basta de hipocresías, aunque vaya en contra de los intereses de uno como cliente. La hostelería española, en general, ha sobrevivido gracias a un recorte general de tarifas, que, en muchos casos, generaba una economía sumergida. ¿Saben que en París un café servido en la terraza cuesta el triple que en la barra? ¿Por qué? ¿Serán los costes de personal?
Si queremos que haya sumilleres sugiriéndonos los vinos para nuestros menús, tendrán que cobrar razonablemente. ¿Cuántos de ellos han abandonado el oficio para dedicarse a vender vino? Si los cocineros han de ofrecer cariño en sus platos, además de técnica y productos, habrán de tener unas jornadas razonables. Y el empresario no debería verse obligado a racanear unos céntimos de euros por kilo en sus materias primas, para ofrecer un menú a precio razonable.
Quizá sea una consecuencia de la pandemia. Replantearse el sentido de nuestra hostelería, de momento la de alto nivel. Después vendrán otros asuntos. Aunque sea duro de asumir por parte de la clientela.