Los frutales de Guara como ejemplo
Hace ya unas décadas leía cómo se presumía que sería la agricultura del futuro. La del invernadero, con plantas que crecen todo el año, donde la luz, el calor y la humedad estaban controladas por ordenadores. Las semillas serían indestructibles y los agricultores, sin ensuciarse, apenas tendrían que vigilar las pantallas.
No sigo. Lo leí en una publicación que presuponía a los jóvenes cómo serán los años posteriores. Me gustaría despertarles de esta pesadilla y hablarles de biodiversidad, de movimientos como Slow Food, donde dicho concepto forma parte de nuestra estrategia desde su nacimiento.
La biodiversidad es, como su nombre indica, la diversidad de la vida. Que es mucha, en permanente interacción, evolucionando continuamente. Más de un millón y medio de especies biológicas están descritas en nuestro planeta, de las que 300 000 pertenecen al reino vegetal, la tercera parte tienen interés para el hombre, y unas 50 000 son de aprovechamiento alimentario.
Pero esta pluralidad se está perdiendo. Por lo que resulta decisivo el mantenimiento y recuperación de variedades locales y el conjunto de cultivos tradicionales, como lucha contra esta terrible perdida de biodiversidad
Un buen ejemplo
Sirva como ejemplo el proyecto que iniciamos en 2013, circunscrito a la sierra de Guara, en las poblaciones de Belsué y Arguis, a la que se sumó posteriormente Lusera, además de Santa Eulalia La Mayor.
Un área de influencia de cuarenta municipios, con 124 núcleos de población. Con diez colaboradores de partida, un viverista, un centro de investigación –el CITA, clave en la asistencia técnica y ciencia aplicada– se han implantado labores de recuperación, conservación y catalogación de las variedades. Así, hemos recuperado 15 variedades de manzano, cinco de peral y tres de ciruelo.
En la última fase se han planteado la comercialización de estas frutas, aunque el proyecto no estará en pleno rendimiento hasta dentro de cinco años.
Además de la recuperación y la valorización del producto agroalimentario local, impulsando los mercados de cercanía se trata de fomentar la diversidad económica. Tal es la tarea de nuestro convivium Slow Huesca, dando un paso más allá del lema bueno, limpio y justo.
El fruto de una labor de equipo, por lo que hay que reconocer el trabajo, pasado y presente, ADHESO –Pedro Bergua, José Luis Gállego y Javier Abadías–, Comarca de la Hoya de Huesca –Guillermo Palacín–, CITA –Pilar Errea y Lourdes Castell, Belsué finca A –Pedro Belenguer– Arguis finca B –Sergio Lanaspa–, Alerre –Vivero Carlos Gil– y Santa Eulalia la Mayor –José González Bonillo–.