Título: Revista Gastro Aragón 78: Comparte
Meses: octubre 2020/noviembre 2020
N os acercamos a finales de año, con pandemia todavía vigorosa, meseta más, meseta menos, por más que el anuncio de una cercana y posible vacuna –cuya distribución y dispensación será complicada–, así como la llegada de la primavera, iluminen un poco el final del túnel.
Sin embargo, hay que llegar hasta él. Con salud, no solamente respetando todos los protocolos sanitarios para no contagiar a otros y a uno mismo; pero también con dignidad profesional. Lo que cada día está más complicado en diferentes sectores. Entre ellos el nuestro. La hostelería, probablemente el sector económico más afectado, si lo sumamos al turismo, se encuentra en un callejón sin salida. Aparentemente culpabilizada; abocada al cierre más o menos completo, según países y comunidades; sin muchas posibilidades de reconvertirse –que gran parte de la ciudadanía recurra a la comida para llevar parece imposible; y sin que las leves ayudas públicas sirvan para más que algo que aguantar unos días o semanas más.
No tenemos la solución, obviamente, pero parece que, desde una óptica meramente sanitaria, se olvidan posibles soluciones técnicas, que comienzan a salir a la luz. Por
supuesto, agilizar los pesados trámites administrativos, que lastran las promesas de los políticos, pero también explorar las soluciones de otras condiciones técnicas para los locales. Si ya se mide el CO2 en las piscinas, por ejemplo, ¿no cabría hacer lo mismo en los establecimientos de hostelería? En cualquier caso, desde Gastro Aragón sostenemos que más control habrá en una comida de seis o diez personas –según toque– en un restaurante, que en el domicilio familiar con ese cuñao negacionista que nunca falta. El camarero siempre podrá llamar a la policía, cosa que no hará tu hermana o esposa.
En cualquier caso queremos enviar un fuerte abrazo a todos aquellos que están logrado sobrevivir con sus negocios y, especialmente, a los que han tenido que cerrar, provisional o definitivamente.