Número: 97
Título: Revista Gastro Aragón 97. Sea cava
Meses: diciembre 2023/enero 2024

Los cien días habituales de cortesía con los nuevos gobiernos ya se han cumplido con creces, pero la vida política en nuestra comunidad camina a medio gas en la mayoría de las instituciones, por no decir todas. Lamentablemente la política nacional se cuela en exceso en nuestros dirigentes, que apenas apuntan pistas hacia lo que nos depararán los próximos años. Pocos proyectos más allá de los que ya conocíamos a principios de este año que se va. Y apenas novedades sustanciales en agroalimentación, turismo y hostelería.

Habrá que esperar a que pasen las navidades y nuestros próceres carguen las pilas. Una atonía que parece contagiarse a la vida civil, donde los protagonistas del sector oscilan entre un franco pesimismo y cierto moderado optimismo. Aquí, como en la sociedad, parece que también está desapareciendo la clase media. En nuestra hostelería, además de las franquicias –que son caso aparte, con unas características
muy peculiares– solo parecen sostenerse los pequeños proyectos familiares, con escasos empleados, y los grupos hosteleros, que poco a poco van acaparando los mejores locales de Zaragoza. El resto, esos bares y restaurantes con personal a su cargo, sobreviven como pueden, entre el incremento de los gastos, los problemas para encontrar profesionales solventes y un público que se está habituando a concentrar su ocio en determinados momentos.

Similar situación observamos en la agroalimentación, donde las grandes empresas –especialmente las vinculadas al sector porcino– siguen manteniendo sus cuotas de mercado, invirtiendo en muchos de los casos. Son los medianos –los pequeños van sobreviviendo, más o menos– quienes sufren ante las exigencias de la actual distribución –las cadenas, las ventas a domicilio, las batallas por los precios– quienes esperan angustiosos el devenir del nuevo año. Pues los consumidores, en su gran mayoría, están optando por el ahorro. Salvo unos cuantos privilegiados, que pueden comer o comprar alimentos y bebidas, sin mirar la factura, el resto debe controlar sus gastos. Y, acostumbrados a pagar poco por los alimentos, son precisamente esos artesanos agroalimentarios –con más costes– quienes pagan el pato.

Gastro Aragón, con más o menos tropiezos, sigue saliendo a la calle, a la espera de llegar a ese centenar de números –el próximo mes de junio–, que parecen suponer la madurez de una publicación. Hasta entonces seguiremos introduciendo novedades y cambios, esperando sintonizar aún más con nuestros lectores, anunciantes y colaboradores.

Pues existe un hueco, sin duda, para difundir, con profesionalidad, lo mejor de nuestra gastronomía, turismo y agroalimentación. Sea.